Fargo: El hombre negro en su máxima expresión

Está Lester Nygaard (Martin Freeman) frente a la vitrina de una tienda de artículos para el hogar. Observa una lavadora. En el sótano de su casa, la suya no funciona bien. Llega Sam Hess, el matón que le hacía imposible la vida en el colegio, con sus dos hijos. “Ese de ahí, chicos, es un hombre negro”, les dice. “Lester Niggered”. Niggered, refiriéndose a la perfecta víctima de abuso con quien ensañarse, incapaz de defenderse. En español, se podría traducir como Lester Maltratado. El apodo es el fiel reflejo de la vida del protagonista de Fargo, la serie de antología creada por el guionista y productor Noah Hawley para FX, basada en la película homónima de 1996 de los hermanos Coen con nueva historia y nuevos personajes. Un drama donde la crisis de la mediana edad alcanza a Lester con una insoportable esposa que le reprocha cada cosa que hace (o que no hace), un trabajo de vendedor de seguros cuya rutina lo hace sentir miserable, y un hermano menor exitoso en el trabajo y casado con una esbelta rubia.

Al hombre negro lo hemos visto antes. Lo vimos en el filme Being John Malkovich (1999) de Spike Jonze, personificado en un marionetista frustrado por no poder mostrar su arte como a él le gustaría. O en Adaptation (2002), también de Spike Jonze, como un guionista con bloqueo creativo. O en American Beauty (1999) de Sam Mendes, cuyo protagonista ─también llamado Lester─ es un deprimido jefe de familia en crisis. Incluso en el personaje animado Charlie Brown, con sus inseguridades y el peso de ser el amigo con fama de caso perdido del grupo. Y bueno, el mismo Jerry Lundegaard (William H. Macy) de la película que inspira este show de televisión, un hombre atribulado por problemas financieros que monta el secuestro de su esposa.

Desde su encuentro con Lorne Malvo (Billy Bob Thornton), el otro protagonista de Fargo, la metamorfosis que experimenta Lester no es otra cosa que la manifestación de su propia catarsis, esperando el momento de estallar como una bomba de racimo incendiaria, inflamando todo a su paso. “Tu problema es que te pasas toda tu vida pensando que hay reglas. No las hay. Solíamos ser gorilas. Todo lo que teníamos era lo que podíamos tomar y defender (…). Es una marea roja, Lester, esta vida nuestra”, le dice el misterioso Malvo.

Si Lester es la encarnación del hombre negro, Malvo es la oscuridad, ese alguien misterioso, un antisocial que también puede ser encantador. Es, en el fondo, el catalizador en la vida de un hombre que pasó su existencia poniéndose en ridículo frente al resto. Y está la policía Molly Solverson (Allison Tolman), la personificación del bien, el orden público, la ley. La suspicacia ante los hechos que tornan en caos la tranquila localidad de Bemidji, Minnesota. Y también está el policía de Duluth, Gus Grimly (Colin Hanks), la versión masculina de Molly con menos vocación y más inseguridades.

En sus 10 capítulos, la primera temporada de Fargo es trepidante, llena de momentos intensos, desesperadamente adictiva. De lo mejor que ha producido la televisión este año. Tiene el sonido de lo apacible transformándose en el infierno. Referencias religiosas que potencian el enfrentamiento entre el bien y el mal. Y espectaculares actuaciones. No por nada, Fargo tiene 18 nominaciones en la próxima edición de los premios Emmy. No por nada, Freeman, Thornton, Tolman y Hanks compiten en los apartados de Mejor Actor Principal y Mejor Actriz/Actor de Reparto para una Miniserie. No por nada, Noah Hawley es candidato en Mejor Guión para una Miniserie.

La defectuosa lavadora, causa de la angustia de Lester en un principio, algo tan doméstico, es la analogía de su vida. Las cosas no funcionan bien alrededor suyo. Pero… El “hombre negro” del primer capítulo lo logra: cambia. Cambia su vida. Cambia su vieja lavadora por una nueva, entre muchas otras cosas. Y esa transformación, provocadora de una ola de consecuencias, es algo muy atractivo de ver.