[alert type=red ]Este texto contiene spoilers del primer episodio de la serie Masters Of Sex[/alert]
Recapitulemos. La primera temporada de Masters of Sex terminó así: Bill Masters (Martin Sheen), tras la debacle que significó la presentación de su controversial estudio sobre el sexo, fue a ver a Virginia (Lizzy Caplan) y le dijo “No tengo nada para ofrecerte, excepto la verdad. Me di cuenta de que hay una cosa con la que no puedo vivir. Eres tú”.
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El inicio de la segunda temporada de la serie de Showtime ─estrenada el viernes por HBO─ nos ubica en 1958. Bill está en casa luego de ser desvinculado del hospital de la Universidad de Washington. Su hijo con Libby (Caitlin FitzGerald) no despierta en absoluto su instinto paternal. Mientras el bebé llora, él prefiere poner un vinilo ─Bye Bye Love de los Everly Brothers─ a todo volumen para no escucharlo y seguir concentrado en su investigación. Virginia, que rechazó irse a vivir con Ethan a Los Angeles y continúa trabajando con la doctora Lillian DePaul (Julianne Nicholson), empieza a vender píldoras de dieta porque no le alcanza el dinero ahora que no recibe lo que le pagaba Bill por ser su asistente en el estudio. Aunque ya no compartan el laboratorio donde ellos mismos empezaron a tener sexo (todo sea por la ciencia), ahora se juntan, por las noches, en un hotel a media hora de sus casas, bajo el alias de señor y señora Holden.
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Bill no quiere mirar a su hijo a los ojos. Niega que exista. Sabe que, cuando lo hace, el recién nacido puede ver su culpa. Se lo dice, con rabia, a Essie, su madre: “Dejaste muy claro que no apruebas mi comportamiento. El hecho de que tengo sexo con Virginia frecuentemente, sin planes de parar. No apruebas mi comportamiento porque tienes miedo de que me convierta en mi padre. Tus miedos se hicieron realidad, soy mi padre. Lo sabes, y ahora mi hijo también lo sabe”. Essie deja la casa. Libby debe buscar una niñera.
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Empecinada en hacer lobby para que su marido encuentre trabajo, Libby lo lleva a una cena de recaudación de fondos donde Bill se encuentra con Betty (Annaleigh Ashford) y su esposo. Éste le habla del estudio sobre el sexo al director de obstetricia del Hospital Memorial y lo deja en contacto con Bill, a cambio de que (ingenuo) le ayude a Betty a quedar embarazada.
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Barton (Beau Bridges) se somete al tratamiento de electrosock para “curar” su homosexualidad. Ya en casa, lo vemos en el baño hojeando unas revistas de hombres semidesnudos. Margaret (Allison Janney) lee Lolita ─la novela del escritor ruso Vladimir Nabokov publicada en 1955─ cuando Barton se mete en la cama para tener sexo con ella. En la que es la escena más llena de angustia del capítulo, le pide que se ponga de espaldas hacia él. “No puedes fingir que soy alguien más”, le dice, desesperada, Margaret, exigiéndole que la mire.
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Lillian llega con un ojo morado a trabajar. Virginia demanda que le diga qué le pasó, convencida de que un hombre la agredió. “¿Cómo Stanley Kowalski? ¡Stella!”, se burla Lillian, en otro guiño a los 50 refiriéndose a Un Tranvía llamado Deseo, la obra de Tennessee Williams hecha película por Elia Kazan en 1951. Más tarde, en una confesión entre dos tazones de bourbon, Lillian admite que un amante celoso la golpeó.
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Margaret y su hija Vivian vuelven de un día compras. Escuchan un ruido en el sótano y Vivian baja a ver. Barton está colgado de una viga del techo. Margaret llega rápido, alarmada por los gritos, y logra cortar la cuerda. Esa noche, Bill pasa a contarle a Barton que empezará un nuevo trabajo, pero lo atiende Margaret y no le cuenta lo que pasó.
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Durante todo el episodio, Bill y Virginia recuerdan esa noche, en que Bill le dijo que no podía vivir sin ella. Tuvieron sexo apasionado, y a la noche siguiente se juntaron en el hotel para aclarar las cosas:
V: Es raro que un hombre entienda cómo una mujer puede elegir el trabajo sobre el amor.
B: ¿Eso le dijiste? ¿El porqué terminaron?
V: Era la verdad. Asumí que estabas escuchando. Bill, podemos tener una aventura, millones de personas lo hacen, pero una aventura es algo bastante pedestre. Y la historia siempre termina igual. Lo que tenemos es más que una simple aventura, tenemos el trabajo.
B: (…) Te refieres a esto como una aventura y mencionaste la idea de una aventura. Por supuesto que no estamos teniendo una aventura, Virginia. Soy un hombre felizmente casado. Pienso que continuar el trabajo es una buena idea, pero sólo si entiendes las condiciones.
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¿Bill Masters negando lo que él mismo declaró tan vehemente y diciéndole a Virginia que está confundida? Freud se está riendo en alguna parte.