How I met your mother: Más vale tarde que nunca

Todas las cosas buenas en mi vida llegan tarde, como la devoción a mi bicicleta, los carretes inolvidables, los buenos amigos, los amores verdaderos, mi fanatismo por Radiohead, mi respeto (voltereta/vuelta de chaqueta) a Netflix y How I met your mother.

Evité por años la serie, porque a simple vista era la reversión de Friends y todas esas comedias que tratan sobre amigos-que uno nunca sabe en qué momento trabajan ni si tienen más amigos o en realidad cómo no se aburren de ver a la misma gente todos los días, a cada rato-que siempre están en un lugar en común (cafetería, bar, pizzería) y usan un departamento en particular como centro de operaciones. Sony tuvo la brillante idea de transmitir hace un par de meses 4 capítulos seguidos, aunque…doblados. Y como una es inflexible mentalmente, no soporta voces de personas que no son los actores, solo lo aguanto para ver Lindsay (docurreality de la Lohan comandado por Oprah) en Home&Health, donde el trabajo de doblaje es tan perfecto, que la misma actriz que puso las voces en todos los mega éxitos Disney de LiLo, esta vez pone su voz en ésta vuelta a la televisión de la actriz.

Adivinarán, no vi la serie en Sony, era mucho con lo que lidiar. Y un día de enfermedad (o flojera en realidad, de esos cuando estás en pijama todo el día porque sabes que en un par de días se viene el caos laboral) entré a Netflix (que yo siempre juré por mis hijos no natos, ni siquiera imaginados, que éste sistema de películas y contenidos audiovisuales pagados por internet sería un fracaso, porque, ¿Para qué pagar por algo legal si puedo obtenerlo gratis ilegalmente? Pero funciona para quienes nos estresamos en buscar el subtitulo exacto para ese capítulo que bajamos-que solo tú bajaste, por lo que nadie sincronizará el subtítulo-lo que termina en tener menos espacio en el disco duro por un episodio que nunca en la vida verás) y vi que estaba la temporada completa de How I met your mother y pensé ‘¿Por qué no?’. Me encantó brutalmente, creo que los personajes están bien construidos, el casting es excelente y los diálogos no podrían ser mejorados. En un momento me sentí mal por no ser sincrónica al fenómeno, por perder esas instancias de comentarla y de tener la intriga de quien es la madre de los hijos de Ted Mosby (información que aún desconozco porque voy en la mitad de la cuarta temporada), que tal como escuché en algún podcast antes de dormir de Lost, esa es la magia de algunas series, que el capítulo dura entre 20 a 53 minutos, pero se perpetua socialmente, en conversaciones, teorías y tantas otras cosas.

Y así como yo llegué muy tarde al fanatismo, pero llegué al fin y al cabo, Sony ahora transmite los episodios en inglés con subtítulos en español. Esperar no es tan malo después de todo.
No hay personaje que no me guste o me guste menos, porque todos aportan algo, aunque puede que mis favoritos lejos sean Barney (Neil Patrick Harris, actor que hace pocos días vi en un personaje completamente opuesto en Perdida o Gonegirl, película dirigida por David Fincher, maestrísimo de House of cards) con sus frases para el bronce y la muy canadiense Robin (Cobie Smulders), que me entregó mi momento más favorito y amado de la serie, su single juvenil Let’s go to the mall que tiene cientos de visitas en youtube y puede que haya marcado a todos los seguidores de la serie.