The Affair: Lo dulce y amargo de una infidelidad

Hay pocas series que merecen tanto amor como ésta y que no lo han recibido en las cantidades que se merece. Sí, la historia juega con el sentimiento, lo cuestiona, lo manipula y lo retuerce; la mayoría de las veces en contra del bienestar los personajes. Pero eso no significa que no merezca aprecio. Cada vez que parece que todo se ha estabilizado definitivamente, ahí está ese momento cruel, como una fuerza natural, como un personaje más, que llega a remecer todo de nuevo.

En «The Affair» no se idealiza el amor, más bien lo baja a un plano tan terrenal, que sus conflictos bien pueden identificar al espectador. Es una historia de infidelidad, pero también de quiebres en el núcleo familiar, inseguridades en el desarrollo profesional y, de todo eso combinado, sus consecuencias.

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Cuando ves una historia romántica, inevitablemente quieres ver tragedia en ella. Es el mal que «Romeo y Julieta» dejó como herencia. En primera instancia, el título de esta serie llama a pensar que va a ser uno más de los tantos cuentos de infidelidad, en que lo principal son los encuentros de los amantes y a la vez el ocultamiento para el mundo de sus vidas rutinarias. Pero «The Affair» fue poco a poco desmarcándose de ese canon y empezó a jugar sus propias cartas, erigiendo personajes que se sienten reales, con conflictos que pueden no distar mucho del público y, además, incluyeron un ingrediente de misterio, que si bien no es lo principal, se mantiene omnipresente en la trama.

Lo sexual no está por sobre la construcción de los personajes y así como retrata la historia de «Alison» (Ruth Wilson) y «Noah» (Dominic West), en esta segunda temporada los responsables de «The Affair» agregaron un par de ingredientes más, que terminaron por darle frescura y hacer aún más compleja una historia que ya parecía completa con las «versiones» de los protagonistas. Así, ahora también conocemos las consecuencias del amorío en los que se vieron opacados, o sea, en «Helen» (Maura Tierney), la ahora ex esposa de «Noah», y en «Cole» (Joshua Jackson), antiguo esposo de «Alison». E, incluso, focalizaron la atención en ellos durante episodios completos.

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Como si no fuera suficiente con eso, el caos que detonó ese punto de no retorno que fue el encuentro de «Noah» y «Alison» se ve acentuado con la «presencia» de los hijos. Los ataques de ira de él y la interacción con sus retoños son los momentos en que mejor se luce West. Mientras que cuando ella habla de su infante fallecido, la presencia de Wilson en pantalla se vuelve absolutamente desgarradora.

Uno no quiere ser nefasto, pero tampoco quiere idealizar una relación como lo hacen las comedias románticas. Aquí hay una conjunción de piezas que están armando un puzzle y en ello hay líneas que calzan perfecto, pero la mayoría de las veces son los desajustes los que reinan. Justamente ahí está el fuerte de «The Affair», te muestra lo dulce y amargo de la construcción de un vínculo en el que media primero la atracción y luego el amor -supuestamente, es que aún no estoy muy convencido de que esa sea real intención de esta pareja de infieles-.

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Digo que «The Affair» (Showtime) no ha recibido el amor que merece porque si bien ha convencido a la crítica, no así a los encargados de nominaciones a premios o a una gran masa de espectadores que, por último, garantice su emisión a este lado del planeta. Pero hay una resistencia, un grupo de gente que la seguimos y quiere seguir adentrándose en este tejido emocional, que puede llegar a conectar profundamente con alguien que quizás se pueda estar viendo reflejado, en cualquiera de sus personajes y no sólo necesariamente en sus protagonistas. «The Affair» no es un diamante en bruto, está pulido y muy bien presentado, ahora sólo falta que más gente vea los destellos que se despiden sus relucientes rincones.

https://youtu.be/BKDB4fqUMtk