REVIEW Castle 8×17- Death Wish

Para todos aquellos que de algún modo u otro estamos familiarizados con Castle echábamos de menos aquellos capítulos «locos»( o «mitológicos», como dirían algunos). Como verán, nuestro escritor de novelas favorito tiene una inagotable imaginación que le ha llevado a elucubrar las más extrañas teorías para resolver casos, dentro las cuales destacan  extraterrestres («Close encounters of the murdeours kind), momias («wrapped up in death») e incluso  dvd’s que hacen que la persona que los vea fallezca dentro de pocos días de visto («Scared to death»). Pues bien, el capítulo de esta semana no fue la excepción. Después de haber visto el capítulo de la semana pasada, el cual no estuvo a la altura de las expectativas considerando la trama del mismo, el último episodio volvería a traer la faceta divertida de esta serie policial.

Respecto del caso, la víctima de la semana es Lars Cross, quien trabajaba para una empresa petrolera haciendo labores en Turquía, principalmente de excavación. Es precisamente en una de dichas faenas en las cuales daría con un importante hallazgo arqueológico (o al menos aparentemente): la tumba del Rey Salomón. En ella, Cross habría dado con una serie de reliquias de incalculable valor, las cuales fueron enviadas a Estados Unidos, lo que le habría costado la vida a Lars, el cual fue decapitado con una cimitarra.  Ahora, al analizar la escena del crimen, Castle encuentra el libro «las mil y una noches» (sí, de algún modo Onur también llegó a la TV gringa), el cual lo hace creer que, sorpresa, la lámpara contenía a un genio que ya no tiene amo.

Este «modus operandi» no se veía hace un tiempo en la serie, y creo que dio resultado en el sentido que el capítulo es liviano y gracioso. En ese sentido, podemos ver un guiño a la dinámica que tanto éxito produjo en los noventa  con los personajes de Mulder y Scully de los Expedientes X (Escépticos contra creyentes) , siendo Castle una suerte de Mulder y Beckett; Scully, lo cual ha dado resultado en otros capítulos «mitológicos» de esta serie, pero que se ve débil en este capítulo por la «poca credibilidad» o falta de construcción de la historia, esto es, quizás haberla sustentado un poco más. Además, en otros capítulos Beckett suele aterrizar más las teorías de Castle, lo que se echó de menos en esta oportunidad.

De todos modos, se pueden rescatar otros puntos, como el hecho de que Castle ya se ha incorporado de modo oficial a los trabajos del preccint, o las cuotas de humor relativas a las tallas que Esposito y Ryan le tiran a Castle por creer en genios. La cuota emotiva del episodio la pone el nacimiento del hijo de Ryan.

En definitiva, es un capítulo que si bien es entretenido no tiene mayor desarrollo, pero que trae de vuelta una de las cosas que se echaban de menos de las primeras temporadas: la creatividad de Castle (Como pudieron ver, algunos todavía quieren creer) y el trabajo en equipo. Como diría un personaje de una serie que era habitual en la parrilla programática de un canal abierto, «buenas noches y sigan mirando al cielo» (?).