[REVIEW] El llamativo loop de ‘Russian Doll’

Dado que Netflix se ha establecido como un peso pesado en el que confiar en el mundo de las series, la plataforma tiene un placer malicioso en liberar, de una sola vez, sin hacer mucha promoción, pepitas que sería una pena ignorar (Como Kingdom o Sex Education). Este fue el caso recientemente con Russian Doll, que aterrizó en la indiferencia general cuando al menos se merecía un poco más de publicidad. ¿Por qué estamos hablando de ella entonces? Quizás porque estamos celebrando aquí una serie con un concepto realmente exitoso, personajes cuidadosamente escritos y, sobre todo, un formato hecho para ser visto en maratón.

La historia sigue a Nadia, ingeniera informática. Para su 36 cumpleaños, sus amigos le harán una fiesta en un gran apartamento de Nueva York. Todo sale mal cuando Nadia es atropellada por un coche ante los ojos de varios transeúntes. Pero hay un detalle: Nadia no está muerta y se encuentra, sin explicación alguna, frente al espejo del baño en su fiesta de cumpleaños. Nadia entonces comprende rápidamente lo que está sucediendo: cada vez que muere, de una manera cada vez más absurda, está condenada a empezar de cero y a revivir la noche en su fiesta de cumpleaños una y otra vez.

Sobre el papel, el concepto de Russian Doll no es en absoluto innovador. Ya fue bien explotado por Harold Ramis en El día de la Marmota con Bill Murray antes de ser reformulado muchas veces de diferentes maneras, como lo demuestran los recientes largometrajes Before I Fall y Happy Birthdead. Sin embargo, la serie Netflix consigue reelaborarla lo suficiente como para ofrecer algo fascinante.

El peso de Natasha Lyonne

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Lo primero que hay que saber es que todo el peso de Russian Doll cae sobre su personaje principal, interpretada por la genial Natasha Lyonne, vista anteriormente en múltiples temporadas de Orange Is the New Black. Ella está aquí delante pero también detrás de la cámara, ya que dirigió el último episodio de la serie además de ser co-creadora con Leslye Headland y Amy Poehler (sí, sí, Leslie Knope de Parks & Recreation).

Su personaje, Nadia, es el pilar de Russian Doll, sin el cual probablemente no habría la misma energía, lo que le da a la serie su velocidad de crucero. Nuestra heroína, que a veces roza el estatus de antiheroica, es cautivadora desde el principio, con su astucia y sus divertidas líneas sarcásticas. Su cualidad más refrescante, sin embargo, es su mente vivaz. Nadia rápidamente se da cuenta de que está atrapada en un bucle de tiempo y nunca deja de correr por su mente la manera de encontrar una salida.

Un segundo protagonista crucial se presenta en el camino. Este último es interpretado por Charlie Barnett, quién deja por un momento su uniforme de bombero en Chicago Fire, quien logra la difícil tarea de mantener el nivel impuesto por Natasha Lyonne. Un puñado de otros personajes giran en torno a este dúo poco convencional, pero siguen siendo mucho menos profundos y atractivos.

El mensaje detrás de Russian Doll es obvio: Morir es fácil, vivir es mucho más complicado. En conjunto, este pequeño drama de Netflix -porque, sí, a pesar de su premisa un tanto sombría, hay mucho humor negro- es una metáfora de la curación psicológica. Al final, se hace eco de Maniac, otra producción del gigante americano que tuvo críticas dispares. A veces fuera de lo común, a veces abrumadora, Russian Doll es una exploración sutil y estilizada de la psiquis humana y se convierte en uno de los puntos culminantes de este principio de 2019.

¿Dónde ver Russian Doll?

Russian Doll está disponible en Netflix.

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