[REVIEW TEMPORADA 3] ‘Westworld’: Salir del jardín del Edén

La siguente columna tiene spoilers de la Tercera Tempora de Westworld

En las primeras dos temporadas, Westworld nos tenía acostumbrado a las metáforas bíblicas y las reflexiones constantes sobre la existencia y las implicancias que tiene la consciencia. Ford siendo Dios o Dolores y Bernard probando del fruto del conocimiento, daban pie a miles de interpretaciones del programa creado por Lisa Joy y Jonathan Nolan.

Mientras la primera temporada se enfocó en cómo Dolores, Bernard y Maeve descubrían sus realidades, su carácter de huéspedes del parque temático, la segunda los mostró recorriendo el largo camino que los llevaría hacia una libertad real, fuera de los ciclos que habían sido escritos para ellos. De esta manera, el último capítulo nos mostraba cómo, casi de forma literal, los huéspedes más importantes abandonaban el jardín del Edén para habitar el mundo.

Y la tercera temporada es un poco eso, mostrarnos cómo es el mundo que hizo posible la creación del parque temático más ambicioso del mundo, y cómo se cumple la premisa de que, efectivamente, los huéspedes fueron programados a semejanza de sus creadores.

A continuación, detalles de la Tercera Temporada de Westworld

La mundo fuera del Edén

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Lo primero que llamó la atención de la nueva temporada fue lo diferente que se veía. Filmada en Singapur, la ambientación nos muestra un mundo futurista, con altas construcciones y colores azulados y neones para crear un ambiente que a ratos recuerda mucho al ciberpunk, pero que definitivamente se aleja de la estética del parque.

La sociedad de Westworld es una ciborg, en el entendido de que es mezcla de lo natural con lo tecnológico, interactúan a la par, teniendo lo segundo una incidencia cada vez más importante en las relaciones humanas. A nivel técnico, constantemente vemos vehículos autómatas, sistemas interconectados, proyecciones holográficas e inteligencias artificiales que regulan desde la bolsa de valores hasta los diagnósticos médicos.

El mundo donde nace el parque temático es uno neoliberalizado totalmente, donde todo es producción y consumo. Los crímenes son privatizados mediante una app en la que puedes buscar «trabajos» que te permitan juntar dinero, y tener un «bajo puntaje» implica que no eres lo suficientemente preocupado como para invertir en ti mismo. Todo esto, mientras la trama principal la empuja el choque de dos empresas gigantes. Incite, a cargo del antagonista principal, Engerraund Serac (Vincent Cassel), quiere invertir en Delos, creadora de los huéspedes, para acceder a la información de los visitantes acumulada durante años.

Por lo anterior la temporada se siente muy diferente a las anteriores, porque las reflexiones y preguntas propias del  idílico mundo del paraíso disminuyen para dar paso a las situaciones reales, concretas. El relato pausado cambia por uno mucho más ágil, donde la acción y el espionaje son clave; pero también donde el principal guía reflexivo, Bernard, sale perdiendo.

Sin embargo, no por lo anterior el programa abandona la duda existencial sobre la veracidad, o no, del libre albedrío.

Psicopolítica y Big Brother digital

La Psicopolítica es la idea de que, a partir de la información personal que ponemos en espacios digitales, entidades (empresas, personas) pueden establecer patrones de comportamiento y mediante algoritmos predecir nuestras preferencias e incluso inducir algunas. Es lo que pasó cuando Facebook vendió información de sus usuarios a Cambridge Analytica, es lo que ocurre cuando en Instagram le das «me gusta» a cierto tipo de fotos y rápidamente la sección de búsqueda te recomienda otras similares, y es lo que ocurre cada vez que en una red social nos ofrecen algún producto, influencer o marca luego de haber buscado algún tipo de merchandising en la web (Blu Ray, Funko Pop, videojuego).

Bueno, en la tercera temporada de Westworld esta idea es llevada al extremo, aplicada a la población mundial y considerando todos los aspectos de la vida social. La psicopolítica se «personifica» en Rehoboam, una Inteligencia Artificial (y computadora cuántica) creada por Serac y su hermano Jean Mi, que tiene la capacidad de entrecruzar todos los datos disponibles en la red para predecir sucesos masivos a nivel macro, y trayectorias de vida a nivel micro. Esto implica por ejemplo que, debido a las proyecciones del sistema, la sociedad no invierta o brinde oportunidades a una persona de futuro poco auspicioso, lo que termina consolidando y confirmando la predicción.

Sin embargo, lo anterior es parte del plan mayor de Serac, salvar a la humanidad de la extinción. Cada proyección realizada muestra al planeta colapsando tanto ambientalmente como por la sobre población, y cuando algunas de las corrientes que parecían llevar a un mejor futuro, aparecen excepciones, imprevistos o individuos «atípicos», cuyas acciones desencadenan el final de nuestra especie.

Con Rehoboam como guía, Serac se esfuerza incesantemente por mantener la constancia lo más posible. Arregla elecciones (como las de Brasil), regula a los criminales mediante la App nombrada antes, y somete a muchos «atípicos» a «Terapias de Reacondicionamiento» que son perpetuadas con tratamientos farmacológicos. En este contexto conocemos a un nuevo personaje protagónico, Caleb (Aaron Paul), quien inicia la temporada en un programa para militares con estrés postraumático (a través de una IA con la voz de su fallecido amigo, Francis) que lo enriela cada vez que muestra un atisbo de «perder el rumbo». Esto, hasta que conoce a Dolores.

¿Existe el libre albedrío?

Como ha sido una constante desde el comienzo del programa, las discusiones sobre el libre albedrío son recurrentes entre personajes, y la pregunta sobre su veracidad se testea de distintas maneras e incesantemente durante la temporada. Con el final presentado, se puede confirmar que Westworld considera que tanto la respuesta positiva como negativa son posibles. Por una parte está Dolores, cuyo plan final es librar a la humanidad de Rehoboam para que puedan decidir quiénes quieren ser; y por otra se encuentra Serac, quien hace todo (y más) para asegurar que se cumplan las regulaciones determinadas por una entidad superior. Todos los personajes que interactúan con uno u otro deambulan entre estos extremos, viéndose inevitablemente influenciados por ellos. Y los acontecimientos de los ocho capítulos llevan al confrontamiento de ambas posturas.

Un primer ejemplo son los clones de Dolores, quienes a medida que se separan de ella comienzan a desarrollar personalidades propias. El caso más importante se da con la copia Charlotte, quien ante las dudas existenciales que le surgen por interactuar con la familia de la mujer por la que se hace pasar, junto a los desprecios de Dolores quien no tuvo problemas con dejarla morir, termina revelándose ante su creadora, dejándola propicia a la muerte y, como vemos después de los créditos, transformada en una versión más radical de la original.

Pero otro ejemplo es Maeve, a quien habíamos visto luchar incesablemente por su libertad en las temporadas anteriores pero acá se transforma en una herramienta de Serac, quien la controla bajo la promesa de que podrá volver a ver a su hija, junto a la amenaza de un aparato que permite al antagonista controlar los movimientos de la anfitriona. Y a pesar de que no se le ve completamente convencida de querer atrapar y matar a Dolores, termina cumpliendo con la misión que se le ordenó. No obstante, a último minuto y luego de estar justamente en la mente de Dolores, decide rebelarse ante Serac y atacarlo a él y sus hombres.

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Rehoboam por su parte materializa la idea de que las personas estamos predeterminadas, vivimos en loops de los que es muy difícil salir. Si bien la máquina fue creada con un propósito predictivo y de control, esto se pudo lograr porque los comportamientos humanos son reiterativos, homogéneos, mantienen patrones sin importar el contexto en el que se desenvuelvan. Probablemente este sea el palo más fuerte que nos pega la serie, porque el sistema es solo una forma de extrapolar algo que ya existe. Durante la temporada se plantea que en su evolución, el humano desarrolló la capacidad de creer en Dios; y en un mundo tecnologizado y racional, tiene sentido que el Dios en el que se cree tenga esas características.

Incluso los personajes más inseguros de sí mismos, William y Caleb, tienen respuestas distintas a la pregunta. Mientras William asume que su misión es salvar a la humanidad, luego de dejar de lado los fantasmas de su hija y sus acciones pasadas; Caleb se encuentra hasta último momento buscando la respuesta. No sabe si Dolores la eligió por un comportamiento predecible o por su capacidad para elegir. Porque su historia de vida indicaba que actuaría violentamente o porque mostraba que era capaz de tomar decisiones. Lo que vemos de su vida muestra que dependiendo de quién lo influencie será un poco de las dos, pero con una mayor inclinación hacia la libertad.

En conclusión, la nueva temporada de Westworld es una notoriamente diferente, que sale del terreno conocido para explorar nuevas formas de reflexionar sobre la humanidad con las herramientas que sólo la ciencia ficción permite. Utiliza nuevos estilos, aumenta su intensidad y sacrifica a algunos viejos conocidos en beneficio de la propuesta.

El futuro es incierto, mientras que los planes de la Charlotte-Dolores, los efectos de la decisión final de Caleb y Maeve, y sobre todo el post apocalíptico despertar de Bernard dejan interrogantes sobre la mesa, la confirmación de una cuarta temporada y el deseo de los creadores de eventualmente terminar con dos más, permiten inferir que hay planes para el futuro y un eventual final.

Estamos recién en la mitad del laberinto, y solo el tiempo dirá qué tipo de final tendrá este placer.

¿Dónde ver Westworld?

La serie está disponible en HBO GO y HBO On Demand.