[REVIEW TEMPORADA 2] ‘Euphoria’ (HBO): El camino al infierno
Cómo reiniciar después de un gran final. Es cierto que la segunda temporada de Euphoria no conecta directamente con el episodio final de la anterior, donde los dobles especiales navideños a la vuelta de 2020 y 2021, centrados en las figuras de Rue Bennett y Jules Vaughn, hacen de puente entre ambas. Pero sigue siendo imposible quitarse de la cabeza un epílogo tan suspendido en el panorama de la serialidad, donde todo se detuvo por un momento.
Es con una constante sensación de peligro que el público se acerca al regreso de los episodios de Euphoria desde el primer minuto. Una sensación de malestar que, si había conseguido penetrar en la piel de los espectadores con su primera salida, decide infligir los malestares que los personajes están atravesando en lo más profundo de la epidermis de quienes están allí para verlos.
Desde HBO nos hicieron llegar 7 de los 8 episodios de la serie. Por lo que este review se basa en esos episodios. Esta columna no contiene spoilers.
La segunda temporada de Euphoria se dedica principalmente a la adicción de Rue. Zendaya no tiene miedo de lanzarse sobre Rue, de gritar, de arrancarse los ojos de las órbitas impulsada por el dolor de la adicción, la desesperación y, sobre todo, la impotencia. Ali ( Colman Domingo ), el «padrino» de Rue en Narcóticos Anónimos, le dice que las drogas sacan lo peor de nosotros, que nos transforman y eso es lo que Zendaya decide mostrarnos.
Esta temporada se da más espacio a la Lexi de Maude Apatow, siempre centradamente fuera de lugar en comparación con el resto del reparto. Exploramos más del pasado de Cal en un intento – exitoso – no de justificar, sino de contextualizar el comportamiento del hombre en el presente. Nos alejamos de las historias de Kat y Maddie (mucho menos protagonista) y nos adentramos en la de Cassie, que parece haberse perdido por completo; es un interludio menos efectivo que el resto de la serie, también debido a la exagerada actuación de Sydney Sweeney.
Si ya en la primera temporada, Sam Levinson (su creador) había dejado espacio para la creatividad visual que a su vez definía y perfilaba la interioridad de los personajes, con su regreso Euphoria mantiene el éxtasis alcanzado en aquel nominado final de temporada, llevándolo al punto de máxima libertad.
La estética se desvincula de cualquier referencia al mundo tangible, experimentando aún más en la dirección y la puesta en escena, aislando secuencias enteras y convirtiéndolas en puras expresiones del espíritu intimista de la serie, que prefiere las sugerencias a las palabras, las imágenes a la verdad. La mano de Sam Levinson es más independiente de lo que nunca se ha permitido a ningún otro producto, creando un verdadero género referible en todos los sentidos a su matriz, haciendo de Euphoria un imaginario claro e identificable que lo hace inabordable. Ese sufrimiento que en la segunda temporada se hace más acuciante, esa propensión a la muerte que se siente tan desesperada en relación con la corta edad de los personajes, actúa como motor de los problemas adolescentes que aquí adquieren el peso de la incomprensión del entorno y el intento de llenar esos problemas ahogándose en ellos aún más, hasta el punto de quedarse sin aliento.
Euphoria supera el obstáculo de la segunda temporada sin caer demasiado en la repetición; representa exactamente lo contrario de sus jóvenes protagonistas: es un ente plenamente consciente de sí mismo, un adulto. Es un producto para ser devorado con la mente abierta, sin juicios y con mucha empatía.
¿Dónde ver Euphoria?
La serie se emite todos los domingos por HBO y HBO Max.