Otra vez con Star Wars. Tras un comienzo cuanto menos prometedor, Obi-Wan Kenobi ha empezado a perder el rumbo, entre problemas narrativos y errores logísticos ingenuos en la puesta en escena. Pero podríamos ir por un momento más allá del universo creado por George Lucas y apuntar en general a la gestión extremadamente errática que Disney está mostrando hacia sus producciones en serie: cuando, de hecho, se encontraron ciertas dificultades exclusivamente en la serie del MCU, era fácil -y quizás un poco optimista- prever una visión desenfocada por parte de Marvel Studios y cerrar el tema aquí.
Ahora que las mismas deficiencias se repiten en la galaxia muy, muy lejana, quizás sea necesario reprender toda la dirección tomada por el gigante del entretenimiento. No se trata de una lectura excesivamente apocalíptica, aún mantenemos grandes esperanzas en las citas finales de Obi-Wan Kenobi que podrían levantar el conjunto con cierto éxito, pero al mismo tiempo nos parece legítimo discutir sin miedo a los spoilers lo que no funciona.
Porque nos guste o no, independientemente de lo buenas o malas que sean las últimas entregas, ya han fallado no pocas cosas y la débil parte central de la miniserie no va a ser cancelada o archivada sin más.
Muchos de los problemas que exhibió la miniserie protagonizada por Ewan McGregor se pueden ensamblar en realidad en un solo factor: Obi-Wan Kenobi debía ser una película -como varias series de Marvel- convertida en un producto de serie tras el decepcionante resultado en taquilla de Solo – Una historia de Star Wars. Salvo sobresaltos narrativos en los últimos episodios, una eventualidad que no podemos descartar a priori, el problema es que parece haberse mantenido la misma o casi misma densidad de acontecimientos, sólo que un largometraje medio ronda las dos horas mientras que Obi-Wan se acerca ya a los 180 minutos. Desde un punto de vista puramente narrativo, está claro que no hay suficiente material, ya que pasado el punto de inflexión todo lo que obtuvimos fue un capítulo dejavu.
Al menos una de las causas de estas dificultades puede encontrarse en un proceso de producción problemático y excesivamente confuso. Por otro lado, no se justifica, especialmente para lo que se ha propuesto al público como una miniserie de eventos, la espartana e insatisfactoria puesta en escena de muchos acontecimientos: pensemos en el primer encuentro entre Darth Vader (Hayden Christensen) y Obi-Wan, ambientado en una cantera visualmente vergonzosa y registralmente reducida. Pero el mismo razonamiento puede aplicarse a la temible fortaleza del Inquisitorius en Nur, por grandes tramos llena de pasillos desiertos y en general con la seguridad convenientemente reducida. Una desconcertante pobreza en el cuidado de los escenarios, quizás fruto de un presupuesto que no está a la altura de las circunstancias y que desafía continuamente la incredulidad del espectador.
Obi-Wan Kenobi está tristemente llena de situaciones forzadas y poco naturales, que van desde lo pequeño e insignificante -la barrera láser que podría haberse sorteado fácilmente en el tercer episodio- hasta lo incomprensible que repercute directamente en la credibilidad del tejido narrativo. El túnel unidireccional en Mapuzo que es atravesado por cualquiera sin que se encuentren, o el torpe rescate de Leia (Vivien Lyra Blair) en Nur, oculta bajo una capa un poco más grande, son quizás los ejemplos más reveladores. Sólo cabe esperar que la Fuerza -y el sentido común- acompañen a los últimos episodios de una serie que, desde luego, no es insuficiente y sigue teniendo muchas flechas en su arco, pero que merecía un tratamiento diferente.
¿Dónde ver Obi-Wan Kenobi?
La miniserie está disponible en Disney Plus.