[REVIEW] ‘The Sandman’ (Netflix): Un sueño hecho realidad

The Sandman es un milagro. Cuando vimos los episodios del estreno de la temporada, pulsamos el play con manos temblorosas, preocupados por el posible resultado de una adaptación que considerábamos imposible. Y sigue pareciéndonos imposible lo que hemos visto a lo largo de los diez episodios que componen la primera temporada de The Sandman de Netflix, porque neta de algunos pasajes menos logrados y algo que no funciona al cien por cien, la obra de Neil Gaiman está ahí, trasladada a la pantalla con una interpretación que supera nuestras más descabelladas expectativas. Un milagro, o quizás un sueño.

Porque es de sueños de lo que se habla inevitablemente cuando se trata de Sandman de Neil Gaiman. O, si se quiere, del Sueño, una figura enigmática, vestida con ropas oscuras, también conocida como Morfeo en la mitología griega y como Sandman en la germánica, porque rocía sus ojos con arena mágica para inducir los sueños. Es el señor del reino que depende de ellos, además de ser una encarnación de los mismos, y está en el centro de la historia que el autor nos contó en sus novelas gráficas de 1988 a 1996. Sin embargo, no es el único protagonista, ya que a lo largo de los volúmenes la mitología de The Sandman se ha ido ampliando y enriqueciendo, esbozando el mundo así como los personajes, profundizando también en los otros Eternos que junto a Sueño encarnan y regulan diversos aspectos de la existencia humana. Una obra que podríamos calificar de monumental, entre las más importantes del cómic mundial, épica, rica y abrumadora.

Por eso el nivel de alerta era tan alto desde los primeros anuncios de la serie de Netflix, y por eso vamos mucho más allá de respirar aliviados ahora que hemos podido verla. El punto de partida del serial The Sandman es superponible al del cómic, con la historia que arranca con la captura de Sueño mediante un ritual oculto por parte del señor Burgess. Un largo encierro que tiene consecuencias en nuestro mundo, en la capacidad humana de dormir y soñar, con algunos individuos atrapados en el sueño e incapaces de despertar. Es sólo el comienzo de un viaje mucho más complejo, a lo largo del cual Sueño tendrá que restaurar el orden fallido, para un flujo narrativo unificado que se desarrolle a lo largo de la temporada.

Es un camino razonado que han establecido los autores de la serie, incluso cuando parece desviarse de la línea narrativa principal para ampliar y dar fuerza a una historia que al final se percibe como satisfactoria y lograda. Son precisamente estas desviaciones de la narración principal las que más nos han convencido y entusiasmado (pensemos, por ejemplo, en los episodios centrales de la temporada, el quinto y el sexto), porque son las que han evocado con fuerza y fidelidad las sensaciones de la página escrita, además de mostrarse en consonancia con una serialidad fuerte y consciente, en la que el episodio único mantiene su propia dignidad como entidad en sí mismo y en la que se aprovecha la estructura episódica del relato para construir un conjunto sólido y coherente.

Al principio hablábamos de algo que no funciona al cien por cien en The Sandman de Netflix, y podemos identificar estos fallos en dos categorías: por un lado, cierta inseguridad en el manejo de los tiempos narrativos, más que nada por la necesidad de transmitir al espectador una masa de información necesaria para entender la historia y el mundo en el que se desarrolla; por otro lado, los efectos visuales, no siempre a la altura y con un rendimiento fluctuante. A este segundo punto ayuda el planteamiento onírico de la historia, que nos pone inmediatamente en situación de aceptar de buen grado lo que vemos en la pantalla. También es valioso el trabajo artístico realizado en la serie, en cuanto a diseño y creación del universo Sandman, que compensa algunas carencias técnicas.

Pero son defectos menores, porque el resultado es tal que podemos pasar por encima de estas incertidumbres, gracias también al trabajo de casting, acorde o no con los personajes dibujados en la novela gráfica, desde la intensidad de Tom Sturridge hasta el magnetismo de Gwendoline Christie como Lucifer, pasando por Charles Dance, Boyd Holbrook y Kirby Howell-Baptiste: The Sandman en su versión seriada está, efectivamente, a la altura de la magnífica obra en la que se inspira, y eso es lo que más cuenta.

¿Dónde ver The Sandman?

La serie está disponible en Netflix.

https://www.youtube.com/watch?v=03hK9bC-1dU