Stranger Things: Ahora que ya todos la vimos

Stranger Things se estrenó hace un buen rato, y ya pasó a la fama. Pasaron sus momentos donde todos compartían las fotos y secretos en Facebook. Todos tiraban spoilers por Twitter o compartían sus memes por redes sociales. El momento mainstream ya está pasando, y recién ahora tenemos una confirmación oficial de que habrá segunda temporada.

Me costó verla un poco, pese a que me tincó desde el primer minuto, quise esperar un poco para no caer en los comentarios repetidos, en espacios comunes, en críticas colectivas. De ésta serie se ha dicho de todo, se han escrito mil columnas, cientos de halagos a las actuaciones de los niños, al papel de Winona Ryder, de la nostalgia que produce esta serie con su tratamiento de arte y montaje. También he escuchado mucho de la excelente banda sonora que armaron. Hasta memes he visto de los difícil que les fue a los Hermanos Duffer vender esta serie y que nadie se las quería comprar, por lo tanto es complejo encontrar un nuevo enfoque, un nuevo ángulo a una de las mejores series del año. Solo he leído criticas positivas y halagos. Pero yo mas que reparar en actuaciones, música, o tratamiento audiovisual me quiero detener en el contexto, en el ambiente, en la forma y no en el fondo de esta serie.

Stranger Things es una serie bastante fácil de entender. Pese a lo misterioso que pueda sonar el nombre y todas las promociones que realizaron, hay que dejar claro que esta es una serie enigmáticamente simple. Personalmente no me gustan las series de misterio o terror, pero esta me llamó la atención porque contemplaba un grupo de niños y la visualidad era altamente atractiva. Esta es una serie sencilla en términos de temática. Un niño desaparece y sus amigos, basados en un juego de rol, deciden ir a buscarlo asumiendo que el “Demogorgon” lo secuestró y lo tiene en el Upside Down, es decir una especie de mundo paralelo donde no llega el sol y donde vive todo lo oscuro y maligno. Junto con la ayuda de una enigmática y súper poderosa amiga, este grupo de amigos se embarca en una aventura donde sólo la amistad es la que predominará. Muy fácil de digerir, no necesitamos más. Es sumamente simple y atractiva.

El otro día comentábamos con mi polola que series como ésta no necesitan explicaciones. Es misterio, hay cosas que son como “imposibles” pero siguen siendo “reales” de cierta forma. Recordábamos el dicho “el que explica, se complica”, no necesito que me expliquen más, cómo es que un Demogorgon se pasa de un mundo a otro? El tiempo pasa más rápido en un lado que en el otro? Cómo se creó ese monstruo? A quién le importa Barb? Eso es lo entretenido de esta serie, tenemos personajes inocentes que se mueven con la historia fácilmente. Tenemos un conflicto, un antagonista, un malo y un objetivo claro. No necesitábamos tener más explicaciones, no es como películas como Interstellar donde tenemos wormholes, y viajes interespaciales y cosas que necesitan tener sentido, cosas de las cuales tenemos que tener una explicación medianamente lógica y científica. Aquí hay una historia entretenida, no es un documental ni un reportaje de History Channel, es ficción y eso no hay que explicarla ni darle sentido. Siéntense a disfrutar una historia simple y entretenida. No es más que eso.

Muchas veces en la vida nos encontramos con desafíos, historias o conflictos que uno intenta buscarle un sentido, una explicación lógica, alguna justificación de porque pasan ciertas cosas. Si usted es un obsesionado por el razonamiento, por las historias complejas, si usted perdió esa magia de cabro chico y es ese amargado que le molesta que la gente juegue Pokémon Go lo más probable es que no le guste mucho esta serie, o peor aún ni siquiera se entretenga. Yo creo que en términos de guión, estructura, diálogos, conflictos, y sub conflictos no es la mejor del año. Claro, si la analizáramos. Pero esta serie no hay que analizarla, hay que disfrutarla, dejarse llevar por The Clash, por los Walkie Talkie, por frases como “Los amigos dicen la verdad siempre. Y nunca se mienten el uno al otro”. Esta serie no traiciona lo que crea, no engaña la amistad nunca. No despista al espectador con frases sólo para enfatizar un conflicto. La serie es sumamente honesta con su espectador y personajes. Si dejamos la lógica de lado, si nos detenemos de pensar con la cabeza un poco y ponemos más énfasis en lo que sentimos de verdad, en lo que nos pasa, las cosas van a funcionar mejor. Detengámonos en las emociones, no en lo racional. Porque las mejores cosas en la vida son carentes de todo sentido sensato.