Primero, algunas cifras para entender: de acuerdo a un estudio realizado entre 1980 y 2017 en varios países, se descubrió que los asesinos en serie son hombres en el 90,8% de los casos, y sus víctimas son un 53,81% de las veces hombres y un 46,19% mujeres. La historia ha tenido muchos asesinos en serie. Para el psiquiatra y criminólogo Roland Coutanceau, autor de Violences aux personnes, esta propensión a la violencia se explica porque el acto de matar se acerca, en muchos casos, al goce sexual.
«Sí, los asesinos en serie, es decir, los asesinos que matan repetidas veces, son en su mayoría hombres, porque en muchos casos el asesinato está precedido por un ataque sexual. Personas cuyos abusos sexuales están dominado por los hombres, porque hay muchas menos mujeres violadoras. Probablemente sienten la fantasía de haber disfrutado de otra antes de deshacerse de ella».
Los asesinos en serie de Mindhunter encarnan perfectamente esta fatal combinación de motivos. La nueva serie de Netflix intenta trazar el perfil de comportamiento de los llamados serial killers. Qué los hace tomar ciertas decisiones, cuáles son las obsesiones que tienen en común y de dónde viene el rasgo de psicopatía que los lleva a cometer crímenes horrendos. Además de hacer esto, la serie profundiza en las relaciones de los detectives que se sumergen en esta investigación y construye una conexión íntima entre los observadores y los observados. Con eso, aunque suena como una historia básica de investigación, Mindhunter es el trabajo de análisis de personaje más profundo que el servicio de streaming ha hecho hasta ahora.

El agente Bill Tench y la especialista en psicología Wendy
El guión acompaña a dos agentes del FBI enfocados en estudiar la «ciencia del comportamiento criminal». La pareja recibe el auxilio de una psicóloga más experimentada que incluye la mezcla de visión académica y cartesiana necesaria para la construcción de los perfiles. Este trío viaja a distintos lugares de Estados Unidos para entrevistar a criminales culpables de asesinatos brutales con características extrañas (decapitación, violencia sexual, descuartizamiento, bestialismo, etc.). La intención es hacer que la sociedad y el departamento policial americano entiendan que los crímenes no son circunstanciales: siempre hay un motivo mayor detrás.
Durante las entrevistas de estos agentes con los victimarios, el guión se divide entre montar una identidad para los asesinos y desarrollar los talentos y relación entre los agentes. Las extensas escenas de diálogo comienzan como simples interrogatorios para luego hacer análisis profundos de la vida/profesión de los involucrados. La evolución gradual de esta narrativa se da principalmente por el ritmo lento y la dirección meticulosa de David Fincher, responsable de cuatro episodios (los dos primeros y los dos últimos de la primera temporada) y definición del estilo de la serie. Así como en su película Zodiac, el director no se preocupa de acelerar un caso o hacer la edición más ágil; aquí, lo importante son los personajes y sus actitudes, por más simples que sean.
Las exageraciones estéticas pasan de lejos en Mindhunter: no hay sangre, ni mucho menos violencia, durante las diez horas de serie. Y aún así, el apuro técnico en ciertos segmentos saltan a los ojos (y oídos). La fotografía en tonos pasteles y la caracterización casi muerta de todos los suburbios dejan el clima de la serie siempre mórbido. A pesar de que el guión se llena de cuestionamientos, Fincher da espacio para lo «no-hablado» y aprovecha al máximo al elenco, tanto el principal como el episódico. Todos (asesinos incluidos) son contenidos y crecen de acuerdo con la situación. No hay espacio para la afectación. El horror viene de las declaraciones de un condenado o descripciones de crímenes.

El agente Holden Ford
El sonido es un espectáculo aparte en Mindhunter. La banda sonora, que al principio parece descolgada de la lentitud de la serie, cae como un guante con el paso de los episodios. Jason Hill elige diversos éxitos setenteros para caracterizar los episodios y relajar la vida tan atribulada de aquellos que viven en la agencia gubernamental. Más sutil, pero no menos importante, es la edición de sonido, la creación de los efectos sonoros que pueblan cada uno de los ambientes de la serie. Cada una de las prisiones tiene un ruido característico, el FBI siempre está bajo el sonido de tiros y la oficina de los agentes siempre reproduce el golpe de las máquinas de escribir. Todo es muy simple, casi imperceptible, pero la ambientación atrapa al espectador por sorpresa.
El ritmo lento de Mindhunter la aleja de la actual oferta de series investigativas más populares. No hay necesidad de descubrir un misterio o apuntar a un culpable. El problema más grande a resolver aquí es la psicología de los personajes, ya sean buenos o malos. Netflix embala esas exigencias en diez episodios llenos de significado, grandes personajes y desarrollo técnico digno de grandes thrillers.
La primera temporada de Mindhunter está disponible en Netflix.
https://youtu.be/Dq2neeeRaWc