[REVIEW] Atypical, temporada 2: Aceptar el cambio
Los autistas son dueños de una perspectiva diferente de nuestro entorno y también son parte de un ejercicio de observación y escrutinios constantes. Las personas con diferencias reconocibles inmediatamente experimentan dosis de realidad que pronto se convierten en suficiente material para años de dramaturgia. La productora Robia Rashid buscó ayuda a la hora de llevar la vida de Sam (Keir Gilchrist) a la televisión, y fue a través de estos estudios que Atypical se formó: una historia sobre cómo aceptar la diferencia en el mismo ejercicio de reconocer la inevitabilidad de ella. No puede predicar igualdad todo el tiempo cuando hay en el mundo la necesidad real de respetar lo inevitable.
Durante el primer año de la ficción todo era sobre conocer a Sam, un joven autista de 18 años que quiere tener su primera novia. En esta premisa simple están escondidas las fuerzas de la producción, que básicamente se apoya en texto y actuación de un modo descomplicado y al mismo tiempo divertido. Para ello, utiliza un equipo de actores seguros y que comprenden el mundo donde están insertados, mientras que la propia creación de la serie está rodeada de un terreno calculado para comunicarse directamente con el público dispuesto a visualizar esa grieta por donde Sam acecha el mundo.
Atypical se reconoce como comedia, de aquellas que imprimen un santuario familiar de los sitcoms, pero sin las risas de fondo y sin el inmenso conservadurismo del formato. Especialmente en la segunda temporada, las cosas definitivamente comenzaron a salir de la zona de confort. Si la mente del protagonista funciona para ramificaciones transgredidas, no se podría esperar que la serie fuera retratar a su familia como una «familia perfecta» clásica. En la primera temporada, la traición y la sexualidad fueron temas importantes donde la narrativa se apoyó para con ello emitir al público la información de que aunque llena de ternura, Atypical no sería una serie totalmente convencional.
Después de haber intentado entender los mecanismos de la atracción y del sexo, Sam ya está familiarizado con parte de la sistemática interpersonal que se refiere a las relaciones carnales. Paige (Jenna Boyd) fue esencial para este proceso y como recompensa, los guionistas mantuvieron al personaje en escena, usándola para que Sam la perciba como importante de la misma manera como sucede con todos nosotros: sin querer. En el primer año la presencia de Paige en su vida estaba rodeada de listas y reglas. Ahora, ella se va convirtiendo en parte de su vida orgánicamente, sobre todo porque él ya desistió de intentar enmarcarla en las propias expectativas. Muy carismática, el personaje nos informa en sus miradas y expresiones que aún está enamorada del «amigo», pero todo es conducido de manera extremadamente delicada.
Entonces, la narrativa de la segunda temporada continúa en la dirección de aquello por lo cual la serie nació: el sentido de independencia. La separación de los padres aumenta la presión sobre cómo la vida adulta del personaje será conducida y en una de esas embestidas él termina yendo a un grupo de apoyo de autistas, todo formado por actores que realmente viven la condición; lo que polidimensiona los reflejos que el protagonista propone. Es claro que la manera peculiar con la que ellos piensan siempre coquetea con el humor, pero el texto se preocupa de no hacerlos un motivo para chistes y la risa viene como consecuencia de ese ingenio. Esta es la mayor calidad de Atypical. Sam ahora necesita expandir sus relaciones y fortalecer otras.
En torno a eso está el crecimiento argumental de la familia de Sam. Sus padres tratan con la traición a través de un sistema lento de perdón. Pero es en Casey (Brigette Lundy-Paine) que la serie encuentra el camino para experimentar la maduración con una perspectiva simple y honesta. Todo lo que sucede con ella sigue un engranaje nada original durante toda la temporada. Cualquier historia sobre un personaje de clase media que va a una escuela de ricos tiene las mismas observación. Sin embargo, cuando parece que los guionistas de Atypical no tienen nada nuevo que decir, los acontecimientos revelan otras e interesantes intenciones. Aunque el novio de la niña sea cada vez más carismático, los caminos de Casey en el (posible) año tres de la serie serán realmente apasionantes.
Sea en la manera deconstruida con la cual las impresiones de Sam funcionan, o en el equilibrio delicado entre el drama y la comedia, Atypical no plantea más preguntas sobre ser autista. ¿Quién podría imaginar que absolutamente todo sobre esta serie sería atípico?.
Atypical está disponible en Netflix.