La ‘bocanada’ final de The Leftovers

Con mayúsculas: ESTOY EN VILO Y DESESPERACIÓN. Falta menos de un año para saber qué pasará en The leftovers. Me admito una enfermiza fanática, más que con otras series, como Revenge, Homeland, Scandal e inclusive Modern family que me engancharon mucho en un comienzo, pero que con el paso del tiempo empecé a perder la paciencia y veía capítulos cuando estaba muy aburrida. Mientras que Leftovers es un cheque a fecha, al principio me costaba entender, sabía que sería complejo, que muchos abortaron misión en el intento, pero yo, perseveraba, como cuando escuchas un disco un par de veces y se convierte en tu favorito.

No tengo palabras para describir el capítulo final de temporada, porque-infidencia-hice una junta ñoña-con alcohol y picoteo-para comentar teorías, adivinar lo que sucedería e impresionarme por las cosas que nunca veía venir. Ese es el plus de Leftovers, sépanlo y archívenlo. Esa magia de ser una trama inteligente y bizarra que provoca sensaciones inigualables en cada ser humano que se sienta cincuenta y cinco minutos frente a la pantalla sintonizando HBO cada domingo. La columna vertebral del capítulo fueron los coletazos que dejó Patti tras su suicidio: se me grabó su frase en la mente «Nuestra misión es recordarles lo que quieren olvidar» y claro, bajo esa premisa, la pseudosecta tiene las ideas claras: apuntar hacia todo el pueblo de Mapleton, sin discriminación ni excepción.

Al principio el episodio es confuso, ya que Kevin está fumando al lado del cadáver de Patti y conversando con Matt, a quien acude para pedirle ayuda y enterrar el cuerpo de la líder de los fanáticos de los plumones sharpie, escena clave de la trama, ya que Matt selecciona pasajes bíblicos para que Kevin lea una vez que Patti está unos metros bajo tierra, que hablan principalmente del destino, de la voluntad de Dios, de escuchar el llamado y tener parte importante de la acción sobre él. Luego se entrelaza la realidad y el subconsciente de Garvey, cuando tiene una pesadilla más bien, con Matt, quien lo embosca y lo lleva al psiquiátrico donde está recluido Kevin padre, lo lanzan a una celda con el número de National Geographic que su padre capítulos atrás le había mostrado, un mapa de El Cairo (no olvidar: el capítulo 8 de la serie, se llama ‘Cairo’ y trata principalmente del temor de Kevin a perder la cabeza, tal como le sucedió a su padre) y una nota de Kevin Senior que le indica que se comporte para que lo deriven a la sala de televisión. Y ahí, dije «¿Qué?» Los ‘Kevines’ (ambos) conversan, cuando el anciano le dice que los dos son malas personas y le pide al adulto del six pack que no voltee y ahí está Patti, quien se monta sobre el ex marido de Laurie, besándolo. La cara de terror e incredulidad de Garvey Jr desaparece cuando nos tiran de sopetón a la escena de él despertando con un sobresalto sentado al lado de Matt. Malditos sueños.

Por otra parte, la pseudosecta está preparando la revolución que nos temíamos desde el piloto, Jill llega a la sede que huele a nicotina, mira a su madre, usa libretas para comunicarse y viste de blanco ante sus ojos. Al parecer, pretende ser una de ellos. Paralelamente Christine está devastada al escuchar de boca de Tom que Wayne la había utilizado para tener un hijo y que ‘esparcía sus semillas’ en otros cuerpos asiáticos. Tom le promete que nunca la abandonará y ocurre lo inesperado, es ella, quien en un baño público, deja a su hijo y Tom decide recogerlo y volver a Mapleton.
Mapleton ya está siendo vandalizado por los Culpables Remanentes y deciden llevar a cada casa de los desaparecidos un muñeco que los emula. Y segundos más tarde viene una de las escenas más macabras y crudas: Nora se lava los dientes, camina hacia el comedor y ahí está su familia, tal como el último día que los vio, con unos ojos enormes, facciones duras y sin moverse, probablemente oliendo a plástico. Maldita Patti y sus ideas descabelladas. Mientras tanto, Kevin está en un restaurant gringo comiendo las típicas hamburguesas gringas caseras con papas fritas caseras esparcidas en el plato (sueño-de-infancia) con Matt y decide ir al baño, a lo que escucha un llanto y en el cubículo estaba, sí, el mismo, Wayne, con los intestinos en la mano sudando como enfermo. Le pide conversar, que no lo deje solo porque morirá, afirma que es un fraude y le ofrece un deseo-asumo que milagroso-a Kevin. El policía (en ese momento de civil) lo mira y se queda en silencio. Wayne sonríe, le dice que sucederá y muere. ¿Qué habrá pedido el ex amante fallido de Carrie Bradshaw en Sex and the city? (Nunca superaré su papel de eyaculador precoz en la taquillera serie). Lo retomaré más tarde.

Garvey maneja hacia Mapleton y la ciudad está en llamas: los ciudadanos corren con los muñecos que emulan a sus familiares y los lanzan a una hoguera común, los Culpables Remanentes están siendo agredidos por toda la ciudad y sus viviendas están quemándose. Laurie corre al exterior de su pseudotemplo ardiendo y le grita a Kevin que rescate a Jill, y él, como buen policía, entra a la casa, recoge a su hija del suelo y la lleva a un lugar seguro, donde ella lo abraza. Laurie tiene una expresión facial extraña siendo una mixtura entre culpabilidad, aceptación de sus errores pero a la vez de aferrarse a sus ideales (aprovecho de homenajear a Ammy Brenneman por su muda y brillante actuación, porque sin usar parlamentos el telespectador es capaz de intuir sus sentimientos).
Minutos finales antes de ver la pantalla completamente negra, la voz en off de Nora relata una carta a Kevin, haciéndole saber que es la única persona viva que la hizo sentir bien desde La Partida masiva, pero que su dolor continuaba y pudo descubrirlo al recrear la escena familiar que había tenido inconclusa años antes, por lo que decide marcharse de Mapleton y comenzar desde cero. Al unísono, Laurie está contemplando el mar y a sus espaldas se acerca Tom, quien toma su mano y en otro lugar de la ciudad Kevin camina junto a Jill, reencontrándose con el perro-bestia que habían liberado capítulos antes. Y ahora entra mi teoría del deseo que Garvey le pide a Wayne: en mi cerebro truculento, el sueño de Kevin puede ser: tener una familia, recuperar su vida o simplemente sentirse satisfecho con lo que tiene (en el episodio previo comenta a su padre y a su ‘amante abducida’ que se siente vacío).

Es en ésta escena, cuando Nora se dirige a dejar la carta a la «Garvey’s House» que se encuentra con una guagua en el pórtico, la toma entre sus brazos y observa con emoción a Kevin acercándose a la escalera, quien tiene un brillo inesperado en sus ojos al igual que Jill, lo que me hace pensar en una esperanza de ‘nueva familia’ o ‘nueva felicidad’ o de ‘reseteo’ por parte de ellos, que tan rotos que estaban por dentro. Y es en ésta escena cuando siento que no pueden-con que derecho-dejar a The leftovers pendiendo de un hilo en la mente de los fanáticos. Y es en ésta escena cuando me siento una Leftover, muy pero muy muy muy dejada atrás, en pleno abandono, hasta nuevo aviso de estreno de la segunda temporada.
Ya que no hay trivias actualizadas en imdb.com de la serie, MI TRIVIA es el título de ésta columna, siendo un homenaje a Gustavo Cerati.