Algo pasa en el universo de las series con los sextos capítulos este año. Es como si en ellos se encontrara la quintaesencia de sus historias. O los showrunners les reservaran un lugar especial. O es pura coincidencia que justo los número seis sean tan buenos. La prueba: The Strategy, penúltimo episodio de la primera parte de la temporada final de Mad Men donde Peggy y Don trabajan en la campaña de Burger Chef, es una preciosidad; Buridan’s Ass de Fargo se pasa de tremendo con Lester plantando pruebas falsas y Malvo ejecutando su plan con maestría; y Guest de The Leftovers, mostrando un día en la vida de Nora Durst, es perfecto.
Dicho esto, Blackbird de Masters of Sex ocupa un lugar en la categoría de los buenos sextos capítulos. Bill debe soportar la oposición del Dr. Hendricks a incluir sujetos negros de su hospital en el estudio, y Bill ya no quiere seguir soportando ninguna clase de obstáculo. Libby, inquieta por el bienestar Coral, pasa de la preocupación maternal a la obsesión insana. Betty revive su romance con Helen, acarreando las consecuencias del caso. Y, aunque no queríamos que llegara este momento, Lillian se despide de la serie.
Libby, la psycho
Libby Masters se obsesionó con Robert, el supuesto novio de Coral que cada noche la va a buscar. Allí está ella, mirándolos por la ventana, pensando no sabemos qué, aunque la tensión se puede oler. Bill le dice que parece una voyeur. Tan preocupada está por Coral que habla con ella para que Robert no la vaya a esperar más en la entrada de su casa, averiguó que tiene algunos arrestos en el cuerpo y no lo quiere cerca rondando. Coral le dice que, entonces, su tía la irá a buscar. Al final del día, Coral se va, Libby la sigue y ve que Robert la está esperando. Luego, con su bebé en una canasta, llega al barrio de la niñera. Camino a su edificio su abrigo se enreda con su auto. En la entrada, busca el número del departamento, en eso llega Robert, quien nunca fue novio de Coral, es su hermano. La pierna de Libby sangra, Robert se agacha y le limpia la sangre mientras la ve con esa mirada, la misma de ella cuando lo mira. Una vez más, las cosas para la señora Masters no salen bien, deja el dinero del despido de Coral y se larga llorando. En su casa, se acaricia la herida, y fuma.
El secreto de Betty
Helen llegó a sacudir la vida de casada que Betty estaba llevando. En la cama de Helen, retoman su romance. Pero Betty no está dispuesta a dejar a Gene y lo que le ofrece a su enamorada es conseguirle un departamento donde podrían verse el tiempo que quisieran. Súbita, Helen le propone a Al que se casen, lo cual encoleriza a Betty. Gene piensa que su esposa siente celos, lejos de pensar lo impensado le pregunta si siente algo por Al, ella le dice que no quiere volver a ver a ninguno de los dos.
Gene le explica a Al que él y su esposa no serán sus testigos porque “a ella no le gusta Helen”. Al le dice que es de locos, son tan amigas y ahora se odian, incluso las vio besarse “como Cary Grant y Grace Kelly en To Catch a Thief”. Más tarde, Gene confronta a Betty: “Estoy tranquilo por Al, por todos los hombres con los que has estado. Sé que no significaron nada para ti, que no los quisiste. Porque amabas a Helen”. Gene se cansó de las mentiras de Betty, tal parece que Betty Moretti volverá a ser Betty DiMello.
Adiós Lillian
Con este capítulo, Masters of Sex pierde a unos de sus personajes fuertes y con más carácter, la Dra. DePaul. Episodio tras episodio, veíamos cómo empeoraba su salud. Lillian sigue con el tratamiento, hasta que le pregunta a quien le aplica la radiación ¿qué me va a pasar? Decide dejarlo, irse a su casa, y no seguir malgastando energías en algo que no va a funcionar. Virginia sufre por Lillian, por quien atravesó el muro que siempre ha construido alrededor suyo, lo admite, sollozando, a Bill: “A veces miraba a través de nuestra oficina y pensaba: por Dios, ella es tan feroz. Pero está sola, y es mi amiga, y no tengo muchas. De alguna manera, Lillian se escurrió por el muro (…). Ella me conoce”. Bill la besa, y le dice: “Yo te conozco”.
Lillian le entrega un sobre a Virginia con el encargo de darlo a su familia, tras su muerte. Además, le pide que su cuerpo sea donado a la ciencia. En la noche ambas conversan en casa de Lillian, Virginia le pregunta si alguna vez se enamoró. “Tuve algunas relaciones, nunca nadie se quedó. Eso es lo que me perdí, esa clase de intimidad. Tú tienes eso con Bill”. Antes de irse, Virginia le da las buenas noches a Lillian. En la cama, le hace el mismo ritual que le hace a sus hijos cuando los acuesta. Lillian le agarra el brazo con fuerza, Virginia la besa. Más tarde, vuelve a buscar la carta y escucha gemidos de Lillian. Se tomó un frasco de pastillas. Virginia llama al 911 pero desiste, se recuesta junto a ella y la deja partir. Te extrañaremos, Lillian.
Bill está harto
La piedra en el zapato que significa la prohibición de Hendricks a sus empleados para participar en el estudio de Masters, la periodista que escribe un artículo sobre la investigación que termina siendo el perfil de un hombre en conflicto que escogió la medicina para lidiar con sus fantasmas, el editor que quiere publicarlo a toda costa. Bill se ve superado, Hendricks también lo ve así y lo quiere fuera de su hospital tras la confesión que Bill le hace: “No puedo trabajar más en un hospital, no puedo seguir las reglas de otros”. Corre a contárselo a Virginia y, sorpresa, un hombre abre la puerta con la hija de Virginia a su lado, el mismo hombre del tercer capítulo quien se acercaba a Virginia en el bar del hotel. “¿Quién eres?” le pregunta Masters, el extraño le responde “su novio”. ¿Alguien habló del muro de Virginia?