Lo difícil que se hacen las cosas cuando no tienes al tiempo ni a las circunstancias de tu lado. En el episodio previo al season finale de Masters of Sex, todos los personajes están dentro de una carrera por salvar lo más valioso para cada uno: Bill, por llegar primero a dar a conocer su estudio en televisión, con el tira y afloja que ello implica; Virginia, por mantener a sus hijos a su lado aun cuando debe ceder a la petición de su ex marido; Libby, por no verse desintegrada y no haber hecho nada para evitarlo.
La carrera de Bill
En el capítulo anterior, Bill Masters contrató a un relacionador público que lo ayudara a explicar su estudio. Ahora, el doctor debe recibir cámaras en su oficina, poner sonrisas en su cara, usar una corbata que no es suya, todo para salir por las pantallas de CBS. Conociendo a Bill, el precio por ganar esta carrera es uno demasiado alto. A su pesar, su clínica se llena de cables, focos, y una invasión de personas que llegan a grabarlo a él y a Virginia. Él sabe que lo suyo no es vender, ni menos venderse a sí mismo para que miles de personas se interesen en lo que tiene que decir. Virginia responde a las preguntas del entrevistador como si lo hubiera hecho desde siempre, ella fue cantante así que sabe cómo montar un show.
Estamos en el inicio de la década de los 60. Para los censores, palabras como masturbación u orgasmo son indecibles en televisión. He aquí un obstáculo en la carrera de Masters, ¿cómo explicar las fases de una relación sexual sin mencionar el nombre de una de ellas? Otro obstáculo: cuando una persona del staff va a pedir a Lester material de apoyo visual, le dice que es imposible incluir sus filmaciones por ser demasiado gráficas y no encuentran solución mejor que contratar un par de actores que haga una recreación. Lester le dice a Bill “¿No es éste el momento de ser idealista? ¿De aferrarse a sus principios?”. Bill Masters está incómodo en su propia piel, no sólo por carecer del carisma que la TV exige, si no por sentirse atrapado en una mentira porque otra vez no pudo tener una relación sexual satisfactoria con Virginia. “No podemos presentarnos como salvadores de las disfunciones sexuales sin haber curado a un solo paciente, incluido yo”.
La carrera de Virginia
Como buena performer, Virginia Johnson sabe ocultar sus problemas personales en el trabajo. En este capítulo aparece George, su ex marido y padre de Henry y Tessa, para decirle que hará un de viaje de seis semanas a Paris y quiere a los niños con él. Un balde de agua fría para Virginia, considerando que sus hijos estarán lejos de ella justo en Navidad y que, además, se la pasan hablando de Audrey, la pareja de George. En plena filmación de la entrevista, llega George para comunicarle la noticia a su ex mujer, aprovechando de sacar los trapos al sol y decirle que pasa mucho tiempo en el trabajo, por eso mejor que los niños estén con él de viaje que con una niñera esperando a su mamá por la noche. La culpa cae sobre Virginia pero igual va a consultar al abogado del edificio, quien le aconseja no darle motivos su ex marido para revisar el acuerdo de custodia en un tribunal.
La pobre Virginia tiene esta carrera perdida. No ser una madre de tiempo completo la tiene, por primera vez, sintiendo el peso de su trabajo al lado de Masters. No sólo el trabajo de oficina, también las sesiones privadas a puerta cerrada que hemos visto desde el capítulo uno de esta temporada.
La carrera de Libby
En gran parte, éste es el capítulo de Libby Masters, la relegada Libby. Si Masters of Sex se trata del sexo, es paradójico que la esposa del hombre a cargo del primer gran estudio sobre las relaciones sexuales sea el personaje con la vida sexual más pospuesta de toda la serie. Hasta ahora. Las noticias del arresto de Martin Luther King en Atlanta y el ataque cardíaco de Clark Gable nos dicen que es Noviembre de 1960. Libby se aparece por la clínica de su marido, lo observa junto a Virginia cuando los filman, y espera que la llamen para aparecer en cámara. Se cansa de esperar, a lo cual ayuda el comentario desubicado pero cierto de Harold, un nuevo locatario del edificio, quien le dice: “Querida, si esto fuera una carrera, de ningún modo conseguirías el dinero”. Libby se va, baja al CORE y se queda allí hasta la noche. Todos se van. Robert va a dejar a Libby a su casa.
En el camino, ella lo confronta sobre por qué siempre la está poniendo a prueba, en eso están cuando aparece un policía que molesta a Robert sobre qué hace en ese vecindario. Libby lo hace pasar a la casa para quitarse de encima al policía que aun así toma a Robert por la camisa. Adentro, Libby le cose el botón arrancado a Robert. Él quiere irse, evitar problemas por ser un negro en un suburbio de blancos en la noche, en medio del clima de agitación racial del momento. Pero Libby lo retiene con su conversación, hablándose a sí misma a la vez: “Lo que siempre has temido, alguien pensando mal de ti, es casi un alivio. Porque al menos alguien te está viendo. No eres invisible”. Libby besa a Robert, se deja llevar. Luego, una sucesión de imágenes de Robert sacándole la ropa y ambos en el suelo, desnudos, en cámara lenta. En la carrera por salvarse, al menos en el plano sexual, Libby ganó. Más de un orgasmo, de seguro.
A Masters todavía le queda ganar la carrera para curar su disfunción y, más importante para él, alcanzar la meta del reconocimiento por su trabajo. En las carreras quien cruza primero la meta goza la satisfacción de saberse ganador, pero el sexo es una carrera que se corre en dupla, y siempre será mejor llegar al final al mismo tiempo, o con pocos segundos de diferencia.