Mad Men S07E08: “Severance”, La muerte pisando los talones

[alert type=red ]Contiene spoilers del episodio 7×08 de Mad Men[/alert]

Más que ninguna otra historia en la televisión, Mad Men es la serie más obsesionada con la muerte. Don Draper es el epítome de ello, un hombre que existe gracias a que mató a su yo original, que ha estado rodeado de muerte desde su nacimiento, sus padres y su hermano están muertos y a él, entre copas de licor, humo de cigarrillo y mujeres, la muerte no se cansa de seguirlo.

Empezó la despedida con el estreno de la segunda mitad de episodios de la temporada final de Mad Men (Lunes a las 21:00 horas por HBO), otra vez Matthew Weiner, su creador, hace lo que mejor sabe: dejarnos reflexionando, sintiendo, hasta oliendo la atmósfera del Nueva York que le dice hola a los ’70. Los vestidos cortos, las mujeres usando el pelo largo, los hombres de bigote ─Roger y Ted─, el discurso de Nixon, marcan el cambio de década en éste episodio, situado en Abril de 1970.

La situación actual de Don hace recordar la temporada post separación de Betty. Ahora, divorciado de Megan, vuelve a la soltería saliendo con Roger y amigas y pasando la noche con una que otra compañía, pero su objeto de interés en esta entrega es una mesera que le recuerda a alguien. Un sueño, de los que Mad Men nos tiene acostumbrados, trae a la cabeza de Don la viva imagen de Rachel, la dueña de las tiendas Menken’s con quien casi huyó en la primera temporada. Así como los círculos del infierno se repiten en su vida ─casándose y separándose por segunda vez─, la serie comienza a cerrar los círculos. Don se entera que Rachel acaba de morir y su muerte plantea el tópico de “la vida no vivida” que cruza todo el episodio, ¿qué le esperaría a Don Draper en una vida junto a Rachel? Tal vez una historia de ensueño cuyo final sería verla morir de leucemia, o tal vez no.

A Ken lo despiden de SC&P justo después de que su esposa le insistiera en la idea de dejar su trabajo para dedicarse tiempo completo a la escritura, él se dice que “es una señal” pero aprovecha la oportunidad y se desquita con sus ex colegas convirtiéndose en uno de sus clientes. La vida que no vivió Ken es la de escritor, porque aunque ha publicado bajo seudónimo, las cuentas en publicidad han sido su principal actividad. Luego de un frustrante historial amoroso, cuando al fin Peggy tiene una posibilidad real de conocer a alguien a su altura, piensa que quizás no estaba destinado a pasar, pero pasa, y uno no puede más que esperar lo mejor mientras la vemos planificando un viaje sorpresa a París con su mejor cita en todo este tiempo. La vida no vivida de Peggy es por definición la vida de secretaria en los ’60 que una vez encontrado marido deja su trabajo, por supuesto que Peggy Olson escogió ser una mujer profesional abriéndose paso en un mundo de hombres. Y Joan, eternamente perseguida por las bromas alrededor de su prominente delantera, se saca el mal sabor comprando vestidos en la tienda donde alguna vez trabajó. Su vida no vivida probablemente sea haber seguido casada con un marido que prefería estar en Vietnam, en cambio, se convirtió en socia de la agencia de la Avenida Madison, nueva rica, mujer que maneja negocios y asiste a reuniones donde le toca seguir soportando comentarios debido al exagerado tamaño de su copa.

Don no consigue apartar la imagen de Rachel, quien en el sueño le dice: “Se supone que te diga que perdiste tu vuelo”. Regresa a la cafetería para volver a ver a la mesera que se la recuerda, ella más tarde le dice: “Cuando alguien muere, sólo quieres encontrarle sentido. Pero no puedes”. ¿Cómo se supone que interpretemos el mensaje de Rachel? ¿Don perdió su chance de ser feliz? ¿Siempre estará solo? Sylvia, su amante de turno durante la sexta temporada, decía rezar por él para que encontrara paz, ¿Encontrará la paz Don en la vida o la muerte lo alcanzará para que eso pase? Tal vez Don deba matar a Draper como el personaje exitoso que es y renacer como Dick, el niño que se salvó de la maldición de ser un Whitman.

El círculo con Rachel se cierra cuando llega a despedirla. En medio de la celebración judía, la hermana de ésta le cuenta a Don que ella tuvo la vida que quería, fue feliz, lejos de él. Pero Don la busca por última vez en esa cafetería, donde se queda solo pensando mientras suena “Is that all there is?” de Peggy Lee.

Matthew Weiner nos da pistas con esta canción: “Sé que deben estar diciéndose / Si esa es la manera como se siente ¿por qué no le pone fin a todo? / Oh, no, yo no. No tengo prisa por esa desilusión final”. Como en la vida, la muerte en Mad Men es un personaje más, el invitado indeseable que sabemos llegará tarde o temprano, por ahora, tal como canta Peggy Lee, no tenemos prisa por esa desilusión final.