Cuando vi el primer episodio de Wayward Pines, no podía predecir lo que se iba a venir en esta serie (no, no he leído la trilogía original). La trama, que comienza emulando a otras producciones televisivas de misterio, mantiene en sus primeros cuatro episodios la misma estructura: mucho ruido y alguna que otra situación que evidencia rasgos de lo que está detrás de todo. Pero, para mi sorpresa, el quinto episodio resultó tener casi 20 minutos de monólogo expositivo sobre la verdadera naturaleza del pueblo de Wayward Pines.
[alert type=red ]A partir de ahora vienen spoilers de la serie. Si no la han visto, ¡les recomiendo dejar de leer![/alert]
Ok. Wayward Pines es realmente el producto de un experimento científico y psicológico pensado para proteger a sus habitantes. Resulta que les han escondido a todos lo que realmente sucedió en el mundo: no estamos en el año 2014, sino que en el ¡4028! ¡¿Qué?! Sí. En los años ’90 (1990, para ser claros), el Dr. Jenkins predijo que la raza humana se desarrollaría inevitablemente hasta convertirse en BBIEs, unos «zombies subdesarrollados» que se alimentan de otros seres humanos. Eso es todo lo que sabemos acerca de este tema, porque la serie introduce este concepto y luego abandona cualquier intento de profundización sobre cómo se llegó a ese nivel de canibalismo.
Siguiendo con lo de la predicción, el Dr. Jenkins decide crear una especie de Arca de Noé criogénica y capturar algunos seres humanos para adormecerlos y despertarlos 2.000 años más tarde, con la esperanza de que la amenaza hubiese acabado entonces. Luego, crea un pueblito llamado Wayward Pines: la última ciudad en la Tierra. En secreto, moviliza comestibles y una estructura de billones de dólares para albergar a sus habitantes, que poco a poco van despertando y son reinsertados en su nuevo hábitat, sin darse cuenta de que miles de años han pasado, y que todos sus seres queridos (excepto aquellos que también fueron rescatados) se han ido.
Aunque absurda, la trama es bastante valiente y podría haber generado una buena serie. El tema es que el guión de Chad Hodge y Blake Crouch (escritor de la trilogía original) hizo de estos 10 episodios una de las producciones más desastrosas que la televisión americana haya exhibido en mucho tiempo, sobre todo por lo absurdo de su narración que, sumado a los tremendos agujeros en la trama, van haciendo que la historia sea cada vez más insostenible. Algunos ejemplos: ¿por qué nadie se pregunta de dónde provienen los comestibles? ¿Nadie se pregunta tampoco por los televisores, radios, teléfonos inteligentes, ni Internet? ¿Cómo hizo Matt Dillon de salir de WP en auto y mágicamente volver a entrar en el primer episodio?.
Nada, si se detienen un segundo para pensar, encaja. El texto ignora ciertos aspectos de la trama cuando es conveniente, para luego volver a usarlos (como el tema de mantener a la población en secreto). Y esto va desde las motivaciones del protagonista, interpretado en modo automático por un limitado Matt Dillon, que cambia de manera de pensar cada vez que volvemos de comerciales.
Wayward Pines nos mantuvo en vilo los primeros cuatro episodios, pero del quinto episodio en adelante simplemente se rindió, escalando en una sucesión de desventuras tontas (el tema de la bomba, la contratación de Teresa en el sector inmobiliario, el romance adolescente, la «primera generación» de la profesora Megan, etc.), sólo para rellenar hasta llegar al final de temporada… oh, ese repugnante season finale.
En el décimo y último episodio, los responsables de Wayward Pines simplemente decidieron jugar y dejar todo lo construido en 9 episodios de lado para crear un «toque» final que raya en lo ridículo: después de todos los acontecimientos del pueblo, el adolescente Ben Burke despierta, meses después de la revuelta, y encuentra que los «jóvenes» mágicamente han tomado el control de todo y la ciudad vuelve a funcionar como antes. Los «adultos» son congelados nuevamente y… eso es todo: todo fue en vano, todo ha vuelto a la normalidad, todo fue reseteado a cero. Fin. Finalizado.
No hay desarrollo de los personajes. Nada. Son 10 horas de televisión llenas de clichés que, al final, simplemente no llegan a ninguna parte. «Ah, pero tiene los significados psicológicos, etc.», podrán decir, pero ni siquiera. La serie no da tampoco para disfrutar una discusión más compleja sobre la raza humana, el interés colectivo, la supervivencia… ni siquiera a través de los arquetipos. No hay nada digno de rescatar, a menos que sea explicar cómo hacer una mala serie con buenos actores, del calibre de Melissa Leo, Carla Gugino, Hope Davis, Terrence Howard, Juliette Lewis, entre otros.
Wayward Pines era una pérdida de tiempo con una tremenda promoción a nivel global. Sinceramente no sé si FOX vio esta serie (que tuvo guardada más de un año en un cajón) antes de ponerla al aire. Pero me alegro mucho de que decidieran no continuarla, porque después de ese final, no valdría la pena.
https://youtu.be/QmFPf7I0Jlc