Wet Hot American Summer: First Day of Camp

Wet Hot American Summer: First Day of Camp (para su comodidad, la llamaremos WHAS) es una de las últimas series originales estrenadas por Netflix. Hago hincapié en lo de una de las últimas porque Netflix nos ha sorprendido maravillosamente en este último tiempo estrenando nuevas series casi todas las semanas o cada 2 semanas. Es más, Netflix Latinoamérica empezó a producir sus propias series, pero ya comentaremos en una próxima columna.

Esta serie de comedia está basada en una película el año 2001, no muy conocida, llamada de la misma forma. Costó US$5.000.000 y sólo logró recaudar US$300.000 (Fuente: IMDB). Un fracaso en términos de números, pero contó con muchos actores que hoy son bastante famosos.

Esta versión en clave serie pretende ser una precuela de la historia mostrada en la película, ya que se basa sólo en el primer día de este campamento. Una de las gracias de la serie es que rescataron a muchos de los actores originales de la película: Molly Shannon, Paul Rudd, Bradley Cooper, Amy Poehler, entre otros. Algo muy destacable, pero que no sé si funciona tan bien.

Tal como dice el nombre de la serie, se trata de un campamento de verano. Principalmente de cómo los jóvenes que ya han participado del campamento antes (que tienen alrededor de 16 años) son monitores de los nuevos jóvenes, más pequeños. He aquí el primer «problema»: resulta que todos los actores conocidos son los monitores de los niños, y son física y ridículamente viejos. En ningún universo parecen chicos de 16 años. Esto contrasta con los niños más jóvenes, que efectivamente son niños y niñas de 14 años. De hecho, en un momento acentúan este «chiste” con una escena en donde a una niña de verdad le llega la regla y cuando se pone un tampón se transforma en una «vieja”, es decir, una actriz obviamente mucho más mayor.

WHAS es básicamente una mezcla de películas estilo Saturday Night Live, onda Wayne’s World, Coneheads, Superstar, etc., y alguna película de comedia ridícula de los ’90, tipo Hot ShotsThe Naked Gun, o la mismísima Airplane. Si bien no es oficial de SNL, se nota ese trabajo de grupo y de actores, de sketchs llevados al cine. Es sumamente ridícula. No esperen ver un especie de sitcom, o comedia de esta época. Es algo muy de los ’90. Un personaje muere y revive en una lata de conservas, otro se pone un vestido a la rápida y todos creen que es una mujer, un grupo de padres le habla a un espantapájaros creyendo que es el jefe del campamento. Es decir, toda situación es sumamente estúpida y ridícula, pero no al nivel de los clásicos. Todo choca un poco porque es un humor muy poco contemporáneo. Y no sólo para nuestras latitudes geográficas; en Estados Unidos esto ya no se suele hacer tampoco. Ya no es trending hacer este tipo de humor, como lo era hace 15 años atrás o más. Los únicos que se acercan hoy en día son los de SNL, que son una institución, pero no a nivel de película. Y menos a nivel de serie… ¡y menos a nivel de serie para Netflix! Todo es muy raro y desconocido.

Por otro lado, es bastante chistoso ver a actores muy conocidos como Bradley Cooper, Jon Hamm, John Slattery, o el mismísimo Paul Rudd (consagrado ahora como Ant-Man) haciendo este tipo de papeles. Haciendo cosas muy ridículas. Les repito eso sí, esto no pasa a más allá de un sketch. Y a mi parecer, uno bastante largo.

Son sólo ocho capítulos, pero no todos tienen la misma intensidad de guión y algunos duran 30 minutos. Un poco largo para este chiste. No es una serie excelente. Es divertida a veces, pero cae en diálogos demasiado ridículos que, repito, no están a la altura de, por ejemplo, Loca Academia de Policías, u otros clásicos.

Quizás hubiera funcionado mejor en menos capítulos, y más cortos. Quizás hasta en una película de 90 minutos. Pero los cliffhangers que presentan en algunos capítulos no son suficientes para mantener el suspenso. Y si a usted no le gusta mucho la comedia ridícula, esa de cosas idiotas y sin sentido, ni se acerque a esta serie, lo más probable es que la odie. Por otro lado, si quiere ver a Bradley Cooper como un profesor de teatro musical ultra conservador, a John Hamm como un asesino a sueldo, o a Paul Rudd como un perrito zorrón de fines de los ’80, esta es su serie. O al menos su serie para ese domingo regalón cuando no tiene ganas de levantarse y lo único que tiene a mano es Netflix.