¿Y tú qué harías?: Como somos, pero en serio

Este lunes 19 de octubre se estrenó el nuevo programa de TVN llamado ¿Y tú qué harías? Este es un programa del estilo docureality que básicamente se trata de un experimento social. La idea es exponer a la gente a situaciones cotidianas que le generen alguna presión social o ética. Simplemente es ver cómo reaccionaría la gente en situaciones sociales incómodas. Este programa es parte de la nueva camada de programas que trae la señal estatal con su lema #TVNSeEnciende.

Por fin podemos aplaudir a TVN con este programa. No sólo está producido con una excelente calidad audiovisual, sino que en términos editoriales toca los temas que hoy en día están en el debate nacional. Esos temas que hablamos en la oficina, en la universidad o en los carretes con los amigos. Aborda temas como la discriminación, la descalificación y el respeto. Sabe exactamente qué teclas tocar para causar debate; son los temas precisos y elegidos con pinzas los que hacen reaccionar a la gente. Y no sólo a la gente que es indirectamente parte de este experimento social, sino que también a la gente en las redes sociales. En su día de estreno fue trending topic nacional e incluso parte de los TT mundial. Y no es por trolleo, sino porque de verdad la gente está dando su opinión y quiere manifestarse públicamente. Es un programa que genera conversación y debate. Todos quieren dar su opinión y tienen los medios para hacerlo.

Punto destacable de la producción editorial del programa es saber hasta donde llegar. Esto no es Manos al fuego, aquí no se llega hasta el fondo, hasta que llegue el combo, el insulto, el empujo o el desmayo. Aquí lo que importa es el diálogo, cada palabra, gesto o reacción de la gente; se interviene y se detiene todo en los momentos necesarios, antes de pasar el límite. Ese tino es fundamental para que esto no se transforme en algo de mal gusto y siga por su senda periodística.

¿Y tú qué harías? se inmiscuye en el día a día de los chilenos, en los que andamos por la calle haciendo trámites, tomando la micro o caminando al trabajo. La gente común y corriente opina, expresa su forma de pensar y de reaccionar a situaciones a las que perfectamente cada uno se podría enfrentar el día de mañana. Ni el mejor guionista podría armar diálogos tan emocionales, tan chilenos, tan parte de nuestra esencia. Así somos los chilenos. En algún momento dudé de si esto podría tener algunos personajes armados, algo prefabricado, pero me convencí de que no. Esto es 100% como somos. Este programa apela a nuestras más crudas formas de ser, para bien o para mal.

El primer capítulo nos dejó con el sabor más dulce que podríamos encontrar. Da lo mismo si estadísticamente somos 50% y 50%. La mitad bueno y la mitad mala. Lo importante es esa sensación que nos hace levantarnos en la mañana diciendo, y creyendo, que somos buenos. Que a final de cuentas si a la abuelita de al lado le hacen falta $1000, se los vamos a dar. En que sí hay que discutir con un padre por sus hijos, pero con respeto (a lo Mago Valdivia).

Nos dejó con ese gustito bueno en el alma: somos mejores de lo que creemos. Basta con el chaqueteo, basta con “Lo que pasa es que los chilenos somos…”. Los chilenos somos la raja, métanse eso en la cabeza. Somos más buenos que malos, y mientras más gente lo crea, mejor nos va a ir. Los chilenos sí somos buenos para la pelota, los chilenos no somos corruptos, los chilenos sí tratamos bien al extranjero. Sí, claro, los pelotudos no faltan, pero esos están en todos lados y no tienen nacionalidad. Mientras más no creamos lo que de verdad somos, no sólo vamos a ser un mejor país, también le vamos a dejar un mejor país a nuestros hijos, una mejor sociedad. Esta es cultura, el ver cómo somos en los momentos donde tenemos que tomar decisiones. Cito a Batman en Batman Begins: «No es quién seas en el interior, tus actos son los que te definen” y nosotros somos más dignos de lo que nos pintan. No me gusta generalizar lo negativo, pero en este caso quiero generalizar lo positivo. Yo creo firmemente que así somos los chilenos. Y ni por un pelotudo que me cagó con plata, ni por esa puta de mierda que me mintió, voy a creer que los chilenos o las mujeres son más malas que buenas. Yo sí creo que la gente aquí es buena. Y este programa me dejó con esa sensación, la sensación de que somos buenos. La sensación de que aún hay esperanza y que toda vida pasa por una temporada mala, igual que las series, pero al final somos una serie británica de buena calidad, no una teleserie chilena actual. Hay buenos finales, no finales mediocres con ganas de más.

¿Y tú qué harías? sin querer se hace un programa educativo, y que más encima entretiene. No soy de los que cree que hoy la misión de la TV es educar, soy de los que cree que la TV debe entretener, pero mezclar las dos no es algo imposible. Tampoco algo lejano. Es un bonito desafío. Este programa entendió todo, no como la versión chilena de Lip Sync Battle o la humillante Gala de Fuerzas Especiales hace unos días. Aquí (espero) parte la nueva programación de TVN, con este espíritu. Con esta misión. Malas decisiones se seguirán tomando, no cabe duda, pero si se sigue con esta intención, con esta idea, con este espíritu, las cosas van a cambiar. Más pronto que tarde tendremos una TV estatal o pública que nos haga sentir orgullosos, y de esa idea, yo por lo menos, no voy a claudicar nunca.