Primero, se roban material altamente explosivo de una planta nuclear. La policía no tiene idea quiénes fueron ni por qué. Después, hacen estallar una bomba en un edificio comercial de Tokyo y comienzan a una serie de atentados terroristas que tienen a los japoneses al borde del colapso.
Sobre todo, a Kenjiro Shibazaki, un detective que se obsesiona con la búsqueda de los terroristas, pero que sobre todo se enfrasca en la lucha por descifrar los mensajes con códigos y acertijos que publican online dos adolescentes enmascarados, que se adjudican la autoría de los ataques. Zankyou no Terror (Terror del Eco, en español) es la historia de estos terroristas, Twelve y Nine, un par de anti-héroes quienes a través de bombazos buscan visibilizar la existencia de uno de los secretos mejor guardados del gobierno japonés: ellos mismos.
Entre medio de la cacería de Shibazaki y los planes de Twelve y Nine, aparece Lisa. Una adolescente solitaria que irrumpe en los planes de los terroristas, obliga a uno de ellos a cuestionarse su misión, mientras que para el otro representa una confirmación de sus ideales. Lisa es un estorbo, la piedra en el camino que humaniza a estos dos jóvenes.
Y como se imaginarán, Zankyou no Terror es un anime. A pesar de que yo he sido seguidora de la animación japonesa durante toda mi vida, y que durante los años que he existido en este mundo he sostenido una cruzada para desmitificar que el anime es un género banal e infantil, comprendo que para los vírgenes en el género les es complejo acercarse.
El anime tiene estándares y paradigmas muy específicos en su realización, las narrativas de estas series presentan códigos que resultan muy chocantes para quienes no están acostumbrados. Los argumentos no son realistas, no pretender explicarte el 100% de la trama y los personajes pueden resultar demasiado irreales como para sentir algún grado de conexión (y sentirse identificado, admirar u odiar a algún personaje es parte fundamental de la experiencia de ver una serie, del país que sea).
Los animes que llegaron a Chile durante los 90, son todos del mismo tipo y género (Salvo Evangelion): llenos de gokús pidiendo energía para genkidamas y sailor scouts luchando por el amor y la justicia. Todos estos son animes con narraciones y códigos muy específicos, que es necesario conocer de antemano para poder disfrutar la serie completamente.
Desde los 90, se han seguido desarrollando este tipo de series con códigos muy específicos, pero junto a esos animes que son muy anime, también se han creado varios que no responden a estas narrativas. Y el problema no solo es que a Chile hayan llegado los más mainstream, sino que la misma Industria del Anime ha enfocado gran parte de su trabajo en crear animes que son cada vez más animes, con cada nueva temporada están más llenos de estereotipos, clichés y argumentos repetitivos que solo los otakus entienden -y que algunos disfrutan-.
A mi parecer, eso solo está consiguiendo que los prejuicios de la gente contra el anime se mantengan, principalmente porque los estrenos son cada vez más malos que los anteriores.
Pero siempre hay una luz que le da esperanza a la humanidad, entre tanta basura que se publica en el anime actual, siempre hay unos dos o tres animes por temporada que son buenos, muy buenos, y que te recuerda por qué te gusta esta tontera.
En el 2014, Zankyou no Terror fue uno de esos animes. Para verlo no es necesario conocer los códigos típicos del anime, acá no hay estereotipos ni clichés, Gokús o Sailor Moons que busquen salvar al mundo.
Para verlo solo basta tener algo de noción sobre lo que pasa en el mundo, ya saben, los atentados terroristas y la lucha de los países por evitarlos. No es una serie extremadamente política ni tampoco busca colocar en un pedestal a los terroristas, más que justificar, trata de comprender, pero sobre todo, es una serie muy emocional.
A lo largo de 11 episodios de 24 minutos, nos presentan y conocemos a Twelve, Nine, Shibazaki y Lisa. Acá no hay buenos ni malos, no hay justicieros ni villanos, hay solo personas en su máximo esplendor, personas que sufren, que viven pequeñas alegrías y que nos demuestran la importancia de la amistad.
Zankyou no Terror es un llamado de atención para esas grandes ciudades que viven un letargo infernal, que existen sin sentir. Finalizarla duele, hace que te cuestiones y qué piensen un poquito más sobre qué estás haciendo con tu vida.
¿Suena como una buena serie o no?