Dale una oportunidad a la serie «El exorcista»… de verdad
Yo soy una de esas personas súper malas para las modas. Me da lata ver los videos virales, no sé cuáles son las aplicaciones del momento y en su momento no fui pokémon… gracias, Camilo del pasado. De la única moda que se podría decir soy parte es la de Marvel, pero igual es porque los dibujos animados de X-Men y Spiderman del Fox Kids me encantaban. Pero ese es otro tema.
En lo que se refiere a series, que es lo que nos convoca, no soy muy diferente. Game of Thrones comencé a verla cuando ya llevaba cuatro temporadas al aire, Breaking Bad aún no la veo, Orange Is The New Black comencé a verla el año pasado y House of Cards es un pendiente que tengo ahí, al principio de mi lista invisible de cosas por ver.
Con estos antecedentes en la cabeza, un día me encontré con que el canal FX transmitiría, sólo con una hora de diferencia con Estados Unidos, el episodio de estreno de la serie de El exorcista. Algo había escuchado de ella, pero nunca tuve claro si era un reboot, continuación o qué. El tema era que ese viernes estaría en casa, así que decidí ver qué tal.
No voy mentir, el primer capítulo deja bastante que desear. Recuerda mucho a la película y, a pesar de que el episodio presenta algunas subtramas que parecen ser interesantes, cae demasiado en los clichés de películas de terror. Una luz que se corta, un cuervo a través de una ventana, etc., muchos momentos que buscan, sin mucho éxito, asustar o transmitir algo. Prueba concreta de aquello es el final del capítulo, que luego de dar un giro totalmente inesperado e interesante puso (innecesariamente, a mi parecer) el tema principal de la película homónima.
Por algún motivo que no recuerdo, la semana siguiente no pude ver el capítulo, pero como la serie no me había agarrado mucho no fue un gran problema. Siete días después nuevamente estaba un viernes por la noche en casa -sí cabros, es fome mi vida- y me fijé si darían la serie; la respuesta fue sí. Y no sólo eso, sino que darían a las 22:00 hrs. el capítulo de la semana anterior (el segundo) y a continuación el nuevo, así que negocio redondo.
Ya, y voy a ser sincero, chiquillas y chiquillos. Soy hombre y hetero, así que me gustan mucho las mujeres. Soy de los que se enamora de por lo menos una chica en cada película, serie, de los que sufren en la micro, etc. Así que en ese momento recordé que una de las actrices protagonistas llamó mi atención. Se trataba de Brianne Howey, quien da vida a Katherine Rance. No sólo era atractiva, sino que su personaje era de lo más interesante que me había dejado la serie. Así que no había por dónde perderse.
¿Y sabes qué? Fue una muy buena decisión. Siempre lo cuento como broma, pero el segundo capítulo lo vi exclusivamente por ella, soy totalmente sincero, y a partir de esos episodios la serie me agarró.
A veces, en las producciones estadounidenses (y tal vez en las de otros países), graban el piloto y meses después, si la cadena televisiva da el visto bueno, se graba la temporada completa. Me parece que este debe ser el caso, porque la diferencia entre el primer capítulo y los dos siguientes es mucha. Como decía antes, se planteaban algunos temas interesantes, como la corrupción y conspiraciones contra la Iglesia católica, la terquedad de un experimentado sacerdote exorcista o el ya nombrado giro al final del capítulo. Estas cosas se siguieron desarrollando, pero ya no teníamos la luz que se cortaba cuando alguien estaba en el ático o los relámpagos y lluvias eternas.
Uno de los aspectos más interesantes que tiene la serie, y que justamente comienza a manifestarse en el segundo y tercer capítulo, es que el demonio que posee a una persona en la serie (para no spoilear) se manifiesta a través de un hombre interpretado estupendamente por Robert Emmet Lunney. «The Salesman«, como es llamado en la serie, es la personificación de todos los debates mentales de la persona cuya alma está tratando de tomar. De esta manera, la serie se vuelve mucho más psicológica, ya que no sólo suponemos qué es lo que está viviendo la persona poseída, sino que ésta verbaliza su pena y sus miedos.
Pero lo mejor de todo es ver que el proceso de posesión demoníaca que se presenta como una relación amorosa, tortuosa, donde a la víctima se le hace sentir mal cuando se resiste a las peticiones de su amante. Todo esto se corona a finales del -si no me equivoco- tercer capítulo, cuando la posesión finalmente se hace efectiva en una escena que es tan metafóricamente bella como grotesca.
De ahí en más la serie se dispara. La posesión hace que los sacerdotes vivan muchas experiencias que nutren la narración, además de desarrollarse nuevas tramas que, de cara al final de la temporada, parece que finalmente convergerán en algo grande. Con todo esto, la serie me parece que califica mucho más dentro de lo psicológico y el suspenso que en el terror. No es una producción con grandes apuestas ni tremendos efectos visuales, pero lo que promete, lo cumple.
Y el aspecto que a mi me terminó de convencer, y que significa un tremendo giro para la serie, lo diré a continuación, ya que se trata de un gran spoiler.
Si no lo quieres leer, cierro este post invitándote a ver la serie. En estos momentos se encuentra en pausa, así que tienes un par de semanas para ponerte al día. Van ocho episodios de un total de diez, y tienes de este momento hasta el 9 de diciembre, día que vuelve la serie, para ver de qué te hablo. Valdrá la pena, de verdad.
Ahora, el spoiler…
SPOILER
SPOILER
SPOILER
¡ES UNA CONTINUACIÓN DE LA PELÍCULA!
En la foto que encabeza esta nota vemos a una mujer rubia con sus dos hijas, una de ellas es la poseída por el demonio, y a lo largo de los primeros episodios éste se hace cada vez más presente. Así, llegamos al capítulo quinto, en que la posesión ya es efectiva y los sacerdotes hacen lo mejor que pueden para revertir la situación. Sin embargo, la inexperiencia del Padre Tomás (el sacerdote joven) le hace cometer un error que sólo acrecienta la angustia de un capítulo que entrega, de a poco, señales que sólo los fanáticos del film de los setenta lograrán captar. Yo no soy uno de ellos, así que me costó juntar las piezas. Recurrí mucho a Twitter y San Google, pero lo logré. Y cuando lo descubrí todo fue un gran, gran wow.
Angela Rance, la madre de la familia protagonista, cierra el citado episodio haciendo una declaración que yo creo muy pocos esperábamos: ¡ella es Regan MacNeil, la niña de la película El Exorcista! Y de aquí en más todo toma un giro distinto, porque descubrimos que el demonio es el mismo que en los setenta quiso tomar el alma de Regan.
De esta manera, el Capitán Howdy (nombre que la niña le daba a quien ella creía era un amigo imaginario) hace que la posesión que vemos en la serie no sea aleatoria, sino que cobra sentido. A partir de este momento todo se transforma en una lucha entre los fantasmas de Regan (quien se cambió el nombre a Angela para sentirse protegida), el incesante intento de Howdy por tomar de vuelta a su presa predilecta y los inagotables intentos del Padre Marcus (el sacerdote experimentado en exorcismos) por salvar el alma de la joven poseída y que cada vez está más cerca de la muerte.
Todo esto, a dos capítulos de que termine la temporada, comienza a cruzarse con una subtrama que recuerda mucho a Ángeles y Demonios (2009), ya que vemos conspiraciones de, con y contra la Iglesia. Además de prácticas y crímenes sectarios que agregan refrescantes momentos en cada capítulo, haciendo que no todo sea oraciones y cuerpos doblándose.
Ha sido una grata sorpresa en esta segunda parte del semestre. Hace rato tenía en mente comentárselas y qué mejor momento que este, con un par de semanas para que quienes no la han disfrutado puedan verla. El viernes 9 de diciembre regresa para preparar el camino hacia el gran final, el viernes 16.
Véala, dele la oportunidad. Es una serie de suspenso que está perfectamente maquillada con la temática de los exorcismos. Tal vez no sea una súper producción como Game of Thrones o Narcos, pero sí es una historia que tiene claro lo que plantea, dándonos cada capítulo más razones para convencernos de seguir acompañándola cada noche de viernes.
La decisión, como siempre, es suya.