The Sinner: matar sin motivos

Dentro del panorama estadounidense, destacarse siempre es algo que puede resultar complicado. En el caso de la televisión, ese concepto es aún más complejo. Tenemos el caso de miniseries destacadas, como The Night Of o Big Little Lies, entre tantas otras, aunque The Sinner no tiene ni de lejos la misma atención que sus hermanas de concepto. Pero tiene el potencial para llegar al mismo nivel.

Basada en el libro de Petra Hammesfahr, la historia habla sobre una mujer aparentemente normal que un día, mientras toma sol con su familia, acaba teniendo un brote psicótico y mata a un «extraño» de modo brutal y sin motivo o razón aparente. Jessica Biel interpreta a la atormentada Cora, que no sabe explicar a nadie por qué mató a aquel joven de manera tan cruel. La producción del show también trae un problema para nosotros: hay algo extremadamente provocativo en la idea de que alguien puede matar a otra persona sin ningún motivo y The Sinner parece fuera del lugar común en su comienzo justamente por eso.

Sin embargo, sabemos que las cosas no funcionan de esta manera y la serie tiene que suceder en torno a motivos y razones. Así, cuando el detective Ambrose (Bill Pullman) aparece en la trama para tratar de resolver el caso, la serie establece su semejanza con todas las demás del género. The Night Of, Big Little Lies y hasta The Killing eran producciones basadas en la misma premisa: un crimen ocurrió, nadie entiende por qué y siempre hay alguien atormentado que investiga o está involucrado en el misterio. Esencialmente, The Sinner no nos está diciendo nada que ya no se haya dicho. Lo que la salva es que ella sabe qué decir.

Bill Pullman interpreta al detective Harry Ambrose, encargado de descubrir los motivos del asesinato.

Muy pronto, las pistas sobre lo que sucedió llevan al espectador a entender que la actitud de Cora tiene raíces en su pasado. El título del programa (que al principio exhala una cierta elegancia justamente por parecer metafórico: «La pecadora») gana una literalidad peligrosa y los traumas religiosos provocados por la madre de la protagonista van empezando a componer la personalidad desenfadada que acaba llegando a tamaño extremo en el futuro. Para huir del cliché, el guión es elegante y revela una Cora «pecando» por el placer de su hermana con una enfermedad que la mantiene postrada, una niña llena de impulsos sexuales que sorprenden por hacer complejo un personaje que se victimiza premeditadamente.

Hasta cierto punto aún no podemos entender por qué la infancia de Cora y el crimen que ella cometió están corriendo paralelamente en los episodios. Es sólo a partir de la mitad de la temporada que los misterios van siendo esclarecidos y la convergencia absorbe su papel controvertido dentro de la propuesta: al saber que «todo estaba conectado», el acto de brutalidad, aunque revelado de forma muy competente, debilita la propuesta de la serie. The Sinner entonces acaricia con compasión hasta los actos más cuestionables y aunque no tiene un final feliz, termina en paz.

El hecho es que incluso ante una temporada que claramente ya contó su historia, Derek Simonds, creador del programa, ya dio entrevistas hablando sobre una posible segunda entrega. Está en Ambrose, el investigador del caso, la única salida viable para que la producción haga a la serie sobrevivir. Las últimas escenas dan una pista de que algo sobre él aún no ha sido esclarecido y una segunda temporada puede transformar el producto en una pseudo-antología, con casos diferentes cada año, lo que puede ser perjudicial para una historia que terminó de buena manera.

La primera temporada de The Sinner estará de manera integra en Netflix.