[Opinión] «Westworld» y la llegada de la Inteligencia Artificial

Cuando en 2016 terminó una nueva temporada de Game of Thrones, rápidamente en HBO comenzaron a promocionar el nacimiento de una nueva serie, que tendría mucho presupuesto, que estaría a cargo de Jonathan Nolan (hermano del director de cine y guionista de muchas de sus películas), con colaboración de J.J. Abrams (director de cintas tanto de Star Trek como de Star Wars), y que tendría, como guinda de la torta, a Anthony Hopkins. Por donde se le mire, una nueva apuesta de la cadena estadounidense ante el inminente final de la ficción inspirada en los libros de George R. R. Martin.

Pasó el tiempo. Se estrenó la serie. No fueron muchos los que la siguieron en su momento, pero quienes lo hicieron (al menos en mí circulo cercano) se encargaron de hacerle muy buena promoción; sin embargo, nunca supe muy bien de qué trataba, hasta que la vi. Por eso, me parece que lo bueno es partir por ahí.

Inspirada en la película homónima estrenada en 1973, Westworld cuenta la historia de un parque temático habitado por androides, ambientado en el Viejo Oeste. Luego de pagar una alta suma de dinero, las personas pueden pasar un tiempo determinado en el parque, donde se les entregan indumentarias y armas propias de la época. Al igual que en las dinámicas de los videojuegos, los «huéspedes» que entran a Westworld son recibidos por «anfitriones», cuyas vidas (llamadas «narrativas» en la serie) están previamente escritas por trabajadores de la empresa, por lo que viven en un día que, salvo pequeños márgenes para la improvisación, se reinicia constantemente.

Con el paso de los capítulos, descubrimos que los androides están sometidos constantemente a mantención, y están configurados para no poder dañar a los huéspedes. Con todas estas reglas, la ficción de HBO comienza cuando dos jóvenes empresarios visitan el parque.

Uno de los principales atractivos de la serie es que presenta un momento histórico, en el que la Inteligencia Artificial está altamente desarrollada tanto mental como físicamente. Por esta razón, no se evidencian diferencias entre humanos y androides. Aprovechándose de este contexto, Westworld plantea las discusiones filosóficas y éticas propias de una sociedad en la que el Homo Sapiens no es la única especie inteligente.

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En abril de 2015, la compañía Hanson Robotics activó a Sophia, una Inteligencia Artificial con aspecto humanoide que destaca por su capacidad de aprender gracias a las interacciones que va teniendo con humanos. Como si eso no fuera poco, en octubre de 2017 se le fue concedida la ciudadanía saudí; que lejos de ser una anécdota, inicia un nuevo nivel de discusiones: ¿entonces, desactivarla es asesinato? ¿puede Sophia votar o casarse? ¿si vota, qué garantiza que su elección es personal y no de un tercero?

Pero Sophia no es la única. En el siempre tecnológicamente avanzado Japón, Hiroshi Ishiguro creó a Erica, una Inteligencia Artificial que sólo cuenta con el torso superior del cuerpo, pero que tiene cerca de 20 grados de libertad para moverse y que está diseñada para ir siendo cada vez más autónoma. La idea de su creador (a quien ella se refiere como «padre») es responder a las existenciales dudas sobre qué nos hace humanos y cómo pensamos.

La creación de estos dos ejemplos (que son los más mediáticos, pero no así los únicos), nos obligan a entrar en un debate que reconfigura la relevancia que históricamente le hemos dado a nuestra existencia. ¿Somos los humanos tan importantes? ¿O es que simplemente fuimos la única especie que logró imponerse al resto? ¿Qué nos haría diferente de computadoras cuyo sistema neuronal funciona igual al nuestro?

Lo interesante, es que todas estas preguntas se plantean (implícita y explícitamente) en Westworld. Desde el creador de la empresa, el Doctor Robert Ford (Anthony Hopkins), hasta el último trabajador encargado de limpiar un desastre, las distintas situaciones acarrean dudas que constantemente ponen en duda los paradigmas que han guiado nuestro pensamiento durante milenios.

Por todos estos temas que plantea, la serie no es fácil de digerir. Es lenta y pausada, tiene secuencias de acción y sexo similar al estilo de Game of Thrones, pero la reflexión siempre termina siendo lo más importante, por lo que es necesario prestarle atención.

Westworld utiliza su carácter de sci-fi para entregarnos giros inesperados, dudas recurrentes y una constante incógnita sobre qué está pasando, qué es real y qué es un recuerdo. Todo esto mientras los protagonistas humanos buscan responderse la gran pregunta que ofrece el Parque: ¿Cómo serías si pudieras hacer todo lo que quieras, y no sufrieras consecuencias por ello? Pero esa, es una discusión aparte.

La segunda temporada de Westworld se estrenará el 22 de abril por HBO