[REVIEW TEMPORADA 5] ‘Arrested Development’ ya no da para más

Arrested Development ha tenido una trayectoria muy problemática en la televisión desde que debutó a principios de la década de 2000 en FOX. Era una comedia poco vista y entendida, pero que años más tarde se convirtió en una de culto hasta que ganó un renacimiento en Netflix. Su cuarta temporada fue experimental, ya que el elenco multiestrella no pudo grabar juntos por razones de agenda y su creador, Mitch Hurwitz, decidió contar la historia de una manera no lineal y un tanto confusa. Años más tarde el cuarto año fue reeditado en forma cronológica hasta que llegamos en la quinta y (ciertamente) última temporada.

Los primeros episodios debutaron a finales del año pasado en medio de una gran polémica sobre la agresión verbal de Jeffrey Tambor contra su compañera Jessica Walters y también sobre el abuso sexual confesado del actor en los sets de Transparent, de la que fue expulsado. La primera mitad de la temporada, nos guste o no, sufrió todo esto. El reparto no estaba en su mejor forma, la trama se volvió compleja, desconectada y demasiado poco interesante e incluso el humor siempre ácido y lleno de referencias internas se mantuvo lejano.

El pasado fin de semana Netflix estrenó la segunda ronda de episodios que trajo la historia de una familia rica que perdió todo y al único hijo que no tuvo más remedio que luchar para mantener a todos juntos. Al final, Arrested Development acabó con esa multiplicidad de tramas paralelas que no conducían a ninguna parte y centró su narración en los dos principales cabos sueltos que dejó la cuarta temporada: el asesinato de Lucille Austero y el embrollo con ese ¿premonitorio? muro con México.

Es esa trama del 2015 antes de que Trump fuera elegido presidente es, finalmente, lo mejor utilizado por la serie, que comenzó a hacer comentarios políticos y sociales más específicos, siempre utilizando las características egoístas y egocéntricas de Bluth, especialmente de GOB (Will Arnett), Lucille (Walters), Buster (Tony Hale) y George padre. Por otro lado, el siempre consistente Jason Bateman (que brilla en Ozark) comenzó a mostrar signos de agotamiento del personaje, lo mismo puede decirse de George Michael de Michael Cera y Maeby de Alia Shawkat.

El núcleo secundario del una vez irreverente e incorregible Tobias Fünke con sus expresiones de doble sentido y sexualidad confusa representaba los peores momentos de la temporada, que no contaba con el personaje de Lindsay de Portia de Rossi para hacer el delicado remate de los chistes.

Sinceramente, nos alegramos que terminara, porque era una serie que merecía una resolución después de una trayectoria tan complicada, pero en varias ocasiones durante la 5ª temporada (partes 1 y 2) nos sentimos con ganas de simplemente avanzar al último capítulo, a tantas historias que simplemente no avanzaron.

Con algunas sorpresas (especialmente el documental de Ron Howard, presentado inicialmente como flashbacks) y momentos que recordaban vagamente los años gloriosos (las tres primeras temporadas), Arrested Development se apresuró visiblemente a entregar un final que parecía, al menos, satisfactorio con tantos elementos y personajes como Oscar, Debrie, Tony Wonder, The Sitwell, etc.

Arrested Development claramente no sabía cómo «modernizar» su narrativa, que se atascó en la década de 2000. Al menos tuvimos momentos divertidos y sin sentido que compensaron la larga espera de un resultado. Desafortunadamente, no perderemos mucho si se decide cancelar una serie que, en algún momento, brilló.

¿Dónde ver Arrested Development?

La serie está de manera íntegra en Netflix.