[REVIEW] Ese bonito lugar, The Good Place

CUIDADO: Este review contiene spoilers de la serie

Durante 2019 se estrenó la última temporada de The Good Place, y con ello se dio fin a una aventura simple, entretenida, y por sobre todo linda y profunda.

Ver la serie creada por Michael Schur siempre fue un agrado, porque en lo que a la forma se refiere, crea un ambiente (especialmente desde lo visual) atractivo y cálido. Lejos del jardín del Edén bíblico o una casa de retiro en las nubes al que nos tienen acostumbrados otros programas, The Good Place nos presenta un barrio pequeño, con lo justo y necesario, cuya arquitectura recuerda mucho a las casas de muñecas, donde abundan los colores claros y pasteles. Esto se complementa con su carácter de comedia con episodios de 20 minutos, que permiten crear un producto con una identidad clara, concisa, que no se da más vueltas de las necesarias y aún así logra transmitir su mensaje.

En lo argumental, probablemente muchos llegamos por la filosofía, para aprender algo nuevo o conocer más sobre ella. En este sentido, la siempre difícil tarea de difundirla es llevada a cabo mediante lo descrito, explicaciones de Chidi y situaciones concretas que las ejemplifican. La primera temporada es la más teórica, nos presenta autores y escuelas que van dando forma a las situaciones que viven los personajes, y de ahí en más las temporadas siguientes van planteando las preguntas que no siempre queremos responder ¿podemos cambiar? ¿cómo actuaríamos si tuviéramos una segunda oportunidad en la vida? ¿qué tanto influye nuestro entorno en nuestro comportamiento?

Después de un par de temporadas conocemos perfectamente a nuestros protagonistas, y lo más importante, ellos se conocen mutuamente. A medida que avanzan sus experiencias juntos deben aprender a conocerse, aceptarse y sacar partido de las características de cada uno, y es en ese proceso que nosotros ya podemos establecer el vínculo con ellos. Cada uno tiene un perfil definido, un estereotipo fácil de identificar, y su constancia durante las temporadas hace que, inevitablemente, la temporada final implique una nostalgia por el camino recorrido.

Cuando inicias la cuarta temporada del programa ya sabes a lo que vas, dilemas filosóficos llevados a cabo por individuos modernos, sarcasmo que define a la humanidad de una forma deprimentemente certera, y la prueba final para Eleanor, que implica dejar que el amor de su vida se pueda enamorar de otra con el fin de salvar a la humanidad. La premisa de la temporada final es simple, y los capítulos no salen de la media, pero hasta último minuto logra plantearnos preguntas difíciles; no porque no tengan respuesta, sino porque lo tienen, y aceptarlas es lo difícil.

En el penúltimo capítulo se resuelve todo. Ante el gran problema que tenía el verdadero Good Place, la eternidad, los protagonistas proponen una salida alternativa: la opción de decidir tu muerte definitiva. Cuando podríamos creer que la libertad absoluta es lo más deseado, el programa nos recuerda que lo que da sentido a la existencia es que termina.

Esa dolorosa verdad es la que nos entrega el final del programa. El capítulo final, de una extraordinariamente larga duración, es la despedida de todos nuestros protagonistas. El sabor de boca con el que quedas es extraño, porque por una parte no puedes evitar mantenerte aferrado a aquello que te entregó tantas alegrías, pero por otra te das cuenta que el final es lo correcto, y sobre todo inevitable.

Me parece que The Good Place es coherente con lo que plantea. Pudiendo haberse estirado por muchas temporadas más, siempre supo que su premisa daba solo para un par de vuelcos argumentales, por lo que llegado el momento decidió llegar a su fin. A diferencia de otros finales, el de esta serie es diferente porque es uno decidido de forma personal por sus protagonistas. No es la consecuencia de un clímax o el evento final de una larga historia, sino que la aceptación de que todo principio, por consecuencia, tiene su final.

No obstante, así como todo llega a su fin, todo influye en su entorno. La última secuencia del programa, con Eleanor transformándose en esa pequeña luz que llega a un mortal, es ejemplo de que nuestro paso por este planeta, para bien o para mal, será influyente.

The Good Place podrá haber terminado, pero lo que enseñó seguirá dando vueltas y los capítulos seguirán ahí, para volver a ellos cuantas veces sea necesario.

The Good Place está disponible en Netflix