[OPINIÓN] Un enorme poder llamado Kim Wexler

La última temporada de Better Call Saul adquiere el cariz de un largo y emocionante viaje luctuoso, porque antes de que termine este recorrido por el pasado de Jimmy McGill nos habremos despedido de personajes caracterizados tan minuciosamente que parecen reales. Muchos ya han desaparecido: los más atormentados, de otros el sonido de su ausencia resuena en el interior de edificios que se han vuelto fúnebres, pero tarde o temprano desaparecerán todos aquellos que en Breaking Bad ni siquiera se mencionan.

Al final de este sensacional maratón televisivo, no quedará ningún hilo inconexo entre Better Call Saul y el inicio de la epopeya criminal de Walter White, y es en la perspectiva de la ausencia donde se manifiesta la dolorosa redención de Kim Wexler, la protagonista femenina moldeada por las mentes de Vince Gilligan y Peter Gould está dispuesta a abandonar la pequeña pantalla para dar forma definitiva a Saul Goodman, mientras permanece en nuestros corazones gracias a un tumultuoso pero siempre creíble camino de crecimiento.

Los humildes comienzos no impidieron que la joven nacida en Nebraska se convirtiera en la adinerada abogada retratada en las últimas temporadas de la serie, ya que, a pesar de sus dificultades económicas, Kimberly acaparó el protagonismo haciendo gala de un fino intelecto y una gran profesionalidad. Los primeros que creyeron en ella fueron los socios del bufete de abogados en el que empezó a ejercer, HHM de hecho le pagó la carrera de Derecho con un importante préstamo a cambio de sus servicios laborales, y la joven Kim nunca ha ocultado su profunda gratitud a quienes le ofrecieron la oportunidad de ejercer la profesión de sus sueños.

Su carrera promete una explosión espectacular en pocos años, en los que el bufete va depositando cada vez más responsabilidades en ella tras un comienzo como ayudante ocasional, hasta que se convierte en una de las litigantes civiles más valoradas del bufete, gracias también al asesoramiento de dos maestros como Howard Hamlin y Chuck McGill. La visión del primer encuentro entre ella y Jimmy en los primeros compases de la serie implica un conocimiento previo amistoso entre ambos, cultivado entre fotocopias y cafés para llevar a los superiores, pero Kim se comporta de forma poco amistosa con el hermano de su jefe: el hombre que se convertirá en Saúl tiene, de hecho, una peligrosa propensión a los subterfugios y, aunque no es en absoluto un mal abogado, se conforma demasiado a menudo con lo mínimo obtenible utilizando atajos perezosos para llegar a su objetivo, empleando así metodologías completamente opuestas a las de la mujer, que siempre se ha distinguido por el compromiso y la fiabilidad.

Sin embargo, el destino de la joven abogada no sólo se despliega ante ella, ya que su turbio pasado acabará definiendo todas sus decisiones posteriores, forzándola hacia ese abismo llamado Saul Goodman.

Todo comienza con los problemas de los Kettleman, una pareja acusada de malversación de fondos y en busca de representación legal: Jimmy intenta sin éxito hacerse cargo del caso, pero la pareja opta por recurrir a HHM, donde Kim se ocupará de ellos. El desaire es demasiado amargo para el agraviado abogado, así que Jimmy urde uno de sus diabólicos planes para recuperar a los Kettleman y, al mismo tiempo, fastidiar al bufete de su hermano con un cartel publicitario descaradamente inspirado en el logotipo de HHM. El abogado no tiene ninguna posibilidad de retomar el caso ni de ganar la batalla legal contra sus antiguos colegas, pero tanto Kim como Howard no pueden dejar de sorprenderse por su perspicacia, mientras que sólo Chuck es consciente de que detrás de la inteligencia de su hermano se esconde la mezquindad de un hombre aquejado de un complejo de inferioridad. Kim admite con franqueza que admira su electrizante forma de vivir y trabajar, entregándose a un hombre moralmente peligroso y reavivando las brasas de una pasión dormida pero nunca extinguida.

La continuación de su relación compromete no sólo el trabajo de la mujer, sino también su brújula moral: Kim comienza a tomar parte activa en los escenarios de estafa de Jimmy, enredándose cada vez más en la red de mentiras y medias verdades que ambos tejen en torno a los casos del abogado, descubriendo que se encuentra perfectamente a gusto y pasándoselo en grande interpretando el papel de «villano».

Kim Wexler se precipita finalmente al abismo cuando convence a Jimmy para que atormente a Howard, el hombre al que admiraba al principio de la serie, llevando a cabo un plan mezquino y calumnioso a pesar de que Saul es consciente de que la suya es, al fin y al cabo, una venganza infantil y no merece perpetuarse.

Bajo la influencia negativa de una mujer en busca de diversión a costa de los demás, Jimmy destruye la figura profesional y humana de Howard, pero el trágico epílogo del socio fundador de HHM es la llamada de atención que reaviva a la Kim oculta y aniquilada por ese personaje contradictorio que se hace pasar por él. La que hasta hace unos años se consideraba una increíble mujer cívica descubre que ha ido demasiado lejos y ha arrastrado a su pareja con ella, impidiéndole sublimar su viaje de autoaceptación y cambio: Sacudida y profundamente entristecida, Kim abandonó su profesión y recogió todas sus pertenencias, desapareciendo de la vida de Saul Goodman tras matar el último resquicio de Jimmy que aún brillaba en él, despidiéndose de nuestras pantallas y relegando a la historia de la serialidad a uno de los personajes femeninos más polifacéticos y emocionantes del medio televisivo.