[REVIEW] ‘Loot’ (Apple TV Plus): El dinero es solo un pretexto

En Loot la riqueza no se oculta, sino que se muestra, a veces incluso se hace alarde de ella, aunque de forma ingenua, hasta que pierde, minuto a minuto, más y más importancia en favor de emociones y sentimientos que no se pueden comprar, como el amor, la independencia femenina o la amistad.

Y así es como en Loot el dinero es solo un pretexto para reconciliarse con uno mismo, para conocerse, para enfrentarse a las fragilidades antes ocultas tras los vicios y los caprichos a satisfacer. Incapaz de despertar el rencor, o la impaciencia, la Molly de Maya Rudolph atraviesa la pantalla como una estrella sin cielo, ardiendo pero con el tiempo desvaneciéndose tras las personalidades ajenas, que la han llenado de notas, quitándole la sonrisa. Y es precisamente con el encuentro con universos opuestos y dicotómicos que, sin llegar a chocar realmente, su coraza se astilla, se toca, muta y recupera un universo interior que la había hecho más robótica y menos humana.

La vida de Molly Novak (Maya Rudolph) parece haber salido de las páginas de un cuento de hadas. Fiel esposa durante veinte años de un perfecto hombre americano hecho a sí mismo (Adam Scott), que ha pasado del garaje de su casa a construir un imperio millonario, la mujer vive en el lujo más desenfrenado. Atendida y venerada por chefs y mayordomos las 24 horas del día en una mansión con vistas a lo más bello de Los Ángeles, entre yates, jets y ropa de moda, el suyo es un matrimonio de ensueño. Lástima que el hechizo se rompa al descubrir la traición de su marido. Esa abrupta caída le abre una oportunidad más que rara: tras enterarse de que es la directora de una fundación benéfica, Molly se propone encontrarse a sí misma y su propio papel en el mundo, con la ayuda de su amiga de toda la vida y de su colega/enemiga Sofía.

Cinco minutos son suficientes para sumergir al espectador en el corazón de Loot. Una inmersión total, natural y nunca forzada, apoyada por un incipit en el que en el espacio de unos pocos planos el personaje de Maya Rudolph es golpeado, pero no hundido. Cinco minutos son suficientes para conocer a Molly, para insertarla en la estructura social y para comprender su fragilidad de alma. Del resto se encargan diez episodios escritos con ingeniosa ironía y sagaz sarcasmo. La protagonista está modelada y construida de forma realista, hasta el punto de hacer creer al público que pertenece directamente al mundo real, porque es tan humana como psicológicamente compleja. Molly se convierte en una guía privilegiada en un mundo en el que el capricho deja espacio a la ingenuidad y a un rastro de errores cometidos a la ligera, nacidos en el seno de un conocimiento limitado del mundo, el real, el ignorado, al margen de la sociedad, filtrado por una riqueza que ha censurado el sufrimiento de los demás. Lejos de los juegos de poder y las traiciones familiares de Succession.

Loot propone otra visión de la riqueza. Molly no teme mostrar el lujo que la rodea; sin embargo, en ella late un corazón que pondrá su riqueza en beneficio de los demás. Cometerá errores, caerá, se convertirá en el hazmerreír de los espectadores prejuiciosos, y en la víctima de sus propias inseguridades, pero cada vez, se las arreglará para salir victoriosa, porque es real, auténtica, frágil, y por ello, humana. El guion lleva al espectador de la mano y, arrastrándolo entre caídas y subidas, lo conduce por un camino que nunca es accidentado ni defectuoso. El recorrido en Loot es lineal, sencillo a veces, predecible, y por ello atractivo e inmersivo. Reduplicando la psicología de su protagonista, sin muchas pretensiones, sólo pide ser comprendida y seguida, dejándose apreciar entre altibajos, en una montaña rusa donde la riqueza no es un obstáculo ni una barrera, sino un puente que hay que cruzar para abrazar un universo narrativo y humano que hay que descubrir, interiorizar y hacer propio.

¿Dónde ver Loot?

La serie está completa en Apple TV+