Entrevistas exclusivas a Carrie Coon y Scott Glenn de la serie de HBO, «The Leftovers»
La nueva temporada de The Leftovers ya se encuentra en emisión por HBO. Su tercera y última temporada llega luego de su premisa inicial: La misteriosa desaparición del 2% de la población mundial: 140 millones de personas que se evaporaron en todos los continentes, países, provincias y ciudades, con excepción de la pequeña ciudad en el este de Texas llamada Jarden, con 9.261 habitantes.
Desde HBO nos han dado acceso, en exclusiva, a entrevistas concedida por dos de sus actores protagónicos: Carrie Coon, que en la serie interpreta a Nora Durst, y a Scott Glenn, quien personifica a Kevin Garvey Snr. Además, desde HBO nos informan que el primer episodio de la 3ra temporada está de forma gratuita para ser visto desde su plataforma HBOGO, para poder verlo sólo debes hacer click acá.
Entrevista a Carrie Coon
A comienzos de la segunda temporada, Nora parecía ser la que lograba sostener mejor la serie, hacía mejor el trabajo de permanecer estable. Eso ya no pareciera ser así.
CC: No. Ella simulaba estar bien, y era realmente una comprensión muy endeble.
¿Cuándo te dijeron que esta temporada se filmaría en Australia?
CC: Habíamos escuchado rumores al respecto pero fue a último momento que nos enteramos que viajaríamos. Unas semanas antes de comenzar con las grabaciones, nos confirmaron que nos mudaríamos allí, lo que fue una locura cuando uno tiene una vida y un marido. Decirle de repente: “¿Vas a poder venir conmigo?” Y a su vez, una gran alegría poder ir, viajar por trabajo de esa manera. Amo viajar. Soy por naturaleza una persona muy curiosa y nunca había estado en Australia. Mi marido se había trasladado a Sydney, con la obra Agosto: Condado de Osage, pero nunca había estado en Melbourne. Es una gran ciudad. Lo es en serio. Me sentía como en mi vecindario de Chicago, algo maravilloso. Tan relajado. Me quedé en Fitzroy y fue realmente hermoso. Los personajes experimentaban un lugar nuevo y nosotros también, lo que es verdaderamente estimulante. Pienso que estar en el lugar es realmente bueno para el trabajo.
Tener semejante progresión de lugares, pasar de una zona cuidadosamente mantenida en el norte del estado de Nueva York, a Austin, para luego llegar a las tierras salvajes de Australia, ¿ayudó también en cuanto al argumento?
CC: Sí, y en realidad hemos tenido climas extremos en todos los sitios. Un invierno duro en Nueva York, anegamientos y calor extremo en Austin, e inundaciones bíblicas en Australia, algo totalmente inesperado. En ese pequeño pueblo comentaban que las lluvias habían sido las más intensas en 30 años. Una locura. Parece que The Leftovers solo puede existir en ese crisol de situaciones críticas. Es realmente increíble.
Lamentablemente no llegué a filmar en los lugares visualmente más imponentes. Varios de los paisajes no eran parte de mi trama por lo que me perdí mucho de eso, pero pude ir a Queensland, y más precisamente a Cabo Tribulación. Es tan bello el lugar, aunque el agua es como el de una bañadera, donde los cocodrilos de agua salada te muerden y te parten en dos, así que no puedes ni entrar al agua.
El chiste sobre Australia es que todo trata de matarte. Lo que es cierto. El programa intenta liquidarme. La serie definitivamente intenta matar a Justin. Pobre Justin.
¿Te parece que ese es el punto crucial de la historia, que nada tiene sentido si no tenemos a nuestros seres queridos? Como dice Laurie “nos fuimos todos”.
CC: Sí, no pienso que uno pueda tener sentido por sí mismo. De lo contrario, no sería la creación de algo –me parece que ello sucede entre personas–. Cuanto más uno vive –obtiene premios, un empleo bien pago, lo que quiera que uno desea–, siempre estará profundamente insatisfecho si es algo físico. Esas cosas no son satisfactorias en realidad. ¿Qué más nos puede importar? Cuanto más tiempo vivo, me doy cuenta que son las personas, mi familia, mis amigos, mi esposo lo que importa en definitiva, en tanto todo lo demás es solamente “dorar el oro y pintar el lirio”, algo innecesario.
¿Por qué piensas que Nora y Kevin no logran construir eso juntos?
CC: Hay momentos en que lo logran. Su relación se basa en una honestidad muy despiadada. La segunda temporada comienza con una nota de esperanza a medida que construyen esa familia. Pero en la tercera temporada, vemos a Nora que pretende estar bien nuevamente, viviendo sin cuestionamientos. No se mete de cabeza hacia lo que fuera ese trauma emocional por la pérdida de Lily. Su pareja nuevamente le oculta cosas y no le confía esa información. Por lo tanto, cuando no se comunican, peligra su relación. Y luego se agrega, por supuesto, el aniversario y el crisol de circunstancias externas, y ¿tienen alguna posibilidad de sobrevivir? Justamente la pregunta es: ¿cómo se va el amor?
De a momentos su falta de comunicación es bastante extrema…
CC: Pero, ¿no te parece que la mayoría de las personas atraviesa esos períodos en su relación, o en relaciones que en general son saludables? Todos hemos vivido relaciones no exitosas como resultado de la falta de comunicación. El único matrimonio que habrá de funcionar es uno que sea realmente honesto. Sin importar cómo se logra eso.
Al final del primer capítulo de esta temporada, vemos que ella podría haber cambiado nuevamente su identidad en algún momento. Es una escena bastante dramática –la miré cuatro veces para cerciorarme de que era realmente lo que pensaba–. ¿Resultó una sorpresa para ti cuando leíste el guión?
CC: Bueno, hicimos algunas pruebas con el maquillaje mientras estábamos en Texas. Luego fuimos a Australia y filmamos parte de eso un poco más adelante. Pero cuando comenzamos a charlar sobre el tema, cuando empezaron a delinear la apariencia del personaje, no tenía idea por qué lo hacían. Dijeron que iban a usar maquillaje para avejentarme y pensé: “¡¿qué sucede?!”. Durante mucho tiempo no sabía lo que iba a pasar. Mimi (Leder) o Damon me daban pistas. O un director que leía un episodio que yo aún no había visto me decía, por ejemplo_ “¿qué te parece eso?”. Y yo respondía que aún no lo había leído. Por ende todos estaban más adelantados que yo. Supongo que era una buena manera de vivir la experiencia. No sabía cómo habíamos llegado allí. Y sabiendo que aún estaba viva pero atravesando todo un proceso de un supuesto escándalo, no sabía bien cómo lo superaríamos. Hasta que llegué al capítulo. Hasta que llegué al octavo episodio.
Es una historia tan compleja y de múltiples capas, con tantos flashes hacia el pasado y el futuro. ¿Hubo momentos en los que pensaste, bueno, debo hablar con Damon y preguntarle qué está pasando?
CC: Damon y yo siempre hemos estado en sintonía, de un modo muy intuitivo. Rara vez le he cuestionado algo pues creo que somos las dos personas que conocemos mejor a Nora. Damon es tan perspicaz que hablar con él realmente puede revelar información importante. Yo no aproveché esa circunstancia tanto como lo hacían otros pues siempre pensé que sabía dónde se encontraba él, y qué buscaba.
Solo una vez durante la segunda temporada cuando Nora se va; cuando toma al bebé y a Mary (interpretada por Janel Maloney) y se va. Tuve que hablarlo con él pues esa decisión no tenía sentido. Que ella abandonara a Kevin en ese momento no tenía sentido para mí. Y él me condujo a un lugar en el cual podía sentirme bien con la decisión. Fue el único momento en que sentí que la escena estaba impulsada por la trama y no por el personaje.
Aún en el último capítulo pensé: “ok, ya sé lo que es esto”. Cuando el guión es específico y tiene profundidad, dónde todo lo que necesitas está en la hoja, ese es el tipo más orgánico de construcción de un personaje que uno puede tener y siempre tuve ese sentimiento con Damon. Pero es una situación muy especial; estoy segura de que no será lo mismo en todos mis trabajos en el futuro.
Esta temporada parece ser increíblemente oportuna en cuanto al panorama político.
CC: Sí, muy profético. El mundo se ha puesto a la par de The Leftovers. Desafortunadamente no creo que esa sea la manera en que lo vayamos a promover, pero un programa sobre el dolor colectivo me parece un bálsamo de suma utilidad en este momento. La instancia final parece estar situada en el presente más que nunca. Espero que la gente encuentre consuelo en nuestra serie. Damon ciertamente filtraba la energía del mundo en el que vivía, e inevitablemente el arte reflejará esos tiempos.
El hecho de trabajar en esta serie, ¿cambió de alguna manera tus reflexiones existenciales?
CC: Podría decir que me invitó a la reflexión y a seguir reflexionando. Pienso si están haciendo esas preguntas en forma consciente o inconsciente, y definitivamente quienes las plantean son seres humanos. ¿Qué hacemos aquí? Esa es la pregunta fundamental. ¿Cuál es nuestro propósito? Si no tenemos uno, ¿cómo lo creamos? ¿Deberíamos construirlo? Una vida vacía y sin sentido ¿es liberadora o aterradora? Desde que era chica, tenía algo así como pesadillas y me levantaba de noche y decía: “bueno ¿cuándo regresa Jesús?” Tenía seis años y mis padres me decían como que no iba a regresar durante toda mi vida y les pregunté: “¿cómo saben eso? Uno no lo sabe”. Pero realmente pensé que no iba a vivir plenamente mi vida porque Jesús volvería; así de aterrador era el catecismo para mí. Siempre he luchado contra eso. Entré plenamente en el mundo de la fe cuando era pequeña y permanecí allí durante mucho tiempo –rezaba el rosario en cuarto grado mientras viajaba en el autobús–. Y luego, por supuesto, en la universidad tuve una línea de comunicación totalmente diferente con aquello en lo que creía, y ahora no estoy segura. No he logrado decidirme por nada en particular. Por naturaleza soy curiosa y escéptica y me interesan los hechos y la ciencia. Y sin embargo, también entiendo que hay cosas en el mundo que no puedo explicar o comprender. Entonces, simular que sí podemos hacerlo sería un acto de arrogancia increíble. Y todos hemos visto hacia dónde nos ha llevado la arrogancia.
Entrevista a Scott Glenn
¿Habías estado antes en Australia?
SG: No. Hace años hice una película en Nueva Zelanda. Grabamos durante nueve meses en la isla de sur y principalmente en Mount Cook. Pero nunca crucé hacia Australia.
Para lo que no estaba listo fue que empezamos a filmar a finales de junio, principios de julio, por lo que pensé que haría calor e iba a ser una delicia, sin darme cuenta que era invierno en Australia. El tiempo estaba frío, lluvioso, desagradable.
¿En qué momento te enteraste que esta temporada se realizaría en Australia?
SG: Hacia el final de la segunda temporada, Mimi y Damon me llamaron y me dijeron: vas a ser mucho más intenso en la tercera temporada, más intenso que en la primera temporada. Tenemos un departamento en Nueva York y una casa en Idaho, en las Montañas Sawtooth. Estaba en la casa en Idaho y Damon me llamó y me dijo que el guión no estaba listo en ese momento, pero sabía lo que iba a suceder. Comenzó a hablar, en términos generales, cuál sería la travesía en Australia. Le pregunté en qué podía trabajar y me dijo: lee las letras de las canciones de Bruce Chatwin.
Me dijo: lee todo lo que encuentres sobre hombres o mujeres inteligentes y aprende sobre la generación de niños que fueron robados a los aborígenes. Y cómprate un didgeridoo y aprende a tocarlo. Entonces, entre tres semanas y un mes antes de que me subiera a un avión hacia Australia, tuve el guión real. Soy un actor para el que no hay tal cosa como demasiado ensayo.
Supongo que fue particularmente útil para el tercer capítulo, ya que, más o menos, el episodio es totalmente tuyo.
SG: Sí. Damon me dijo antes que había escrito una conversación con otra persona, pero esencialmente es un monólogo y tiene siete páginas. Aprendí esa pieza como si fuera una obra de teatro. Fue divertido. En ese momento estaba leyendo un libro sobre entrenamiento de perros llamado “Do not Shoot the Dog” (No le dispares al perro), de una autora llamada Karen Prior. Se trata de operar el acondicionamiento y entrenar a los animales sin castigos, sólo con recompensas. Su posición es que puedes comenzar haciendo eso con los animales, pero también puedes hacerlo con tu pareja, con tus hijos, y en última instancia, contigo mismo. Una de las cosas sobre las que habla es que si necesitas memorizar un poema largo o una obra larga, prueba lo siguiente: memoriza de atrás hacia adelante. Te tomará más tiempo, pero una vez que lo hayas hecho, lo sabrás de una manera mucho más completa. Ella está en lo correcto. La razón es que si lo memorizas de esa manera, mientras te lanzas al soliloquio, monólogo o lo que sea, a medida que empiezas a llegar al final, empiezas a entrar en un territorio cada vez más familiar.
Es como caminar a casa. Así que te estás recompensando a ti mismo, haciéndote más familiar a medida que avanzas.
¿Qué significa para ti este papel y este programa?
SG: Conversaba en casa con una amiga que no tiene nada que ver con el mundo del espectáculo y ella me dijo que cuando charla con actores o actrices sobre sus papeles, incluso yo mismo, nos referimos siempre a nuestros personajes como él o ella. “Él no es ese tipo de persona”, o “Él lo haría”. Pero cuando hablo sobre The Leftovers, según ella, simplemente digo Yo.
Y lo pensé, y dije, sí, es realmente cierto. No se siente como un papel que he creado. Quiero decir, la creación es de Damon Lindelof, y la pintura fue realizada por Mimi Leder, pero solo soy yo.
Tu personaje ha hecho una increíble travesía en las tres temporadas, y en algunos momentos no estaba claro dónde estaba. ¿Hubo algún momento en que estuvieras confundido también?
SG: Sí, le pregunté a Damon, bien al comienzo de la primera temporada: ¿sobre qué es este programa? Y me contestó: “Bueno, es sobre un montón de cosas”. Pero dijo: “Fundamentalmente, simplificando, hago dos preguntas y no necesariamente intento contestarlas, pero también quiero que el público haga esas preguntas. Le pregunté cuáles eran esas preguntas y me dijo: ¿Qué significa cuando dices ‘familia’? ¿Qué significa eso realmente? No se trata sólo de relaciones de sangre”. La segunda pregunta fue: ¿cuál es el origen de la religión?
¿Cuáles fueron tus respuestas a esas preguntas?
SG: Bueno, Damon dijo que creía que las religiones surgen en tiempos de gran trauma en el mundo. Casi siempre empiezan con los profetas: Jesús, Mahoma, Buda. Todos los profetas. Todas las personas que escucharon voces. Dijo: “Creo que hay tres tipos de profecía. Hay gente loca que simplemente se quiebra bajo el peso del trauma –los Guilty Remnant–; Hay falsos profetas que quieren dinero, sexo, poder y que están dispuestos a usar ese evento para lograrlo por sí mismos –Holy Wayne–; Y hay verdaderos profetas”. Le pregunté: “¿Qué soy yo?”, y me dijo: “Eres un verdadero profeta”. En la primera temporada tengo que hablar con esas voces. Damon me dijo: “No sé cuántas hay, quiero que las elijas. Las voces son tuyas. Podría haber cinco, diez, podrían ser hombres, mujeres, niños, lo que sea. Pero debes saber algo. Nunca te mienten. Nunca te han mentido”.
Entonces en la tercera temporada sentía, en primer lugar, que estaba en conflicto con ellas. No quería ser una persona loca. No quería esas voces y lucharía contra ellas. Y finalmente, me di cuenta que no me mentían, me rendí, hice lo que me dijeron que hiciera. Luego se fueron.
Decidí que lo que pasó fue que a través de ese proceso me dieron un propósito. Fuera de mí. No significaba que no quisiera tener aventuras, ser subversivo, ser loco, divertirme, tener sexo, todo eso, pero, más allá de eso, tenía un lugar fuera de mí para señalarme la dirección de cada día, y luego se fueron de mí.
Creo que esas preguntas son las cosas con que lidia esta serie –el verdadero gancho es, tarde o temprano, que lo que enfrentas es tu propia mortalidad–. Crear significado desde este punto hasta ese punto.
La serie siempre recorre algunos lugares bastante oscuros, pero esta temporada que estaban filmando tan lejos de casa, de la familia y los amigos, ¿cómo hiciste frente a todo eso estando tan lejos?
SG: En Australia, durante mucho tiempo estuve solo. Y cuando digo que estaba solo, casi nunca dejé la experiencia del programa o de ese personaje, así que tenía tres días libres y Justin preguntaba: “¿Qué hiciste? ¿Exploraste Melbourne?” Y yo le decía: “No, la mayor parte del tiempo estuve en mi habitación del hotel. Todo el día. Pensando”. Con este papel fue paradójicamente fácil, porque sabía que iba a llegar a su fin. Lo que me pasó a mí –y Mimi lo vio seguramente en la larga escena con el largo monólogo– es que al final de las tomas no podía recordar lo que había hecho. Quiero decir, realmente no podía recordar lo que había hecho, y eso no me había sucedido en 48 años de actuación.
Pero no era como un trance. Cuando Mimi dijo “corte”, yo estaba presente. He hecho artes marciales desde que tenía 9 años. Vives por momentos cuando el arco te dispara, cuando no disparas el arco. Y dije: “Estas escenas me están interpretando”.
¿Qué crees que era eso? ¿Cuáles fueron los factores que hicieron que eso sucediera?
SG: Esa es realmente una buena pregunta. Creo que en parte fue tener el guión, un personaje para pensar y trabajar en la soledad de las Montañas Sawtooth, no en una ciudad con gente alrededor. Era en parte envejecer y tener nietos, niños y mirar la vida. Entonces recuerdo que en un momento llamé a Damon y le dije: “¿Has estado ocultando micrófonos en mi habitación? ¿Cómo tienes mi voz mejor que yo?”
Éstas no deben ser líneas fáciles de decir, son tan tortuosas y rebotan, y sin embargo, abro mi boca y las palabras simplemente salen, sin ningún esfuerzo. Puede ser que suceda otra vez en mi vida y quizá no lo haré, no lo sé. Pero seguro que fue divertido.