CUIDADO: Esta columna contiene spoilers del final de Wandavision
Si lo piensan, que Marvel Studios decidiera ampliar su Universo Cinematográfico en la pantalla chica era un movimiento predecible. El nacimiento de Disney+ y el éxito de The Mandalorian hacían que sea una jugada segura, con ciertos riesgos si quieren, pero mínimos. Sin embargo, lo que nadie previó fue la pandemia que se desató en 2020, y con ella, el cierre de los cines hasta nuevo aviso.
La industria cinematográfica en general, y el MCU en particular, son negocios que al final del día buscan generar dinero, por lo que es entendible la decisión de Disney por posponer sus estrenos hasta que pudieran asegurarse de llenar salas como antes. Es de esta manera que, luego del literalmente épico final de Avengers: Endgame (y su prólogo, Spider-Man: Far From Home) pasamos más de un año sin superhéroes de la editorial en pantalla. Los estrenos planificados para 2020 fueron pospuestos, y las primeras series anunciadas no alcanzaron a terminarse. El calendario cambió, y con ello, los planes.
Para los que no sepan, el Marvel Cinematic Universe se divide en Fases, temporadas, si lo llevamos a términos de series, que comienzan con las aventuras individuales de cada superhéroe y terminan con un evento grupal. En 2020 iniciaba la Fase 4, que tenía la responsabilidad de renovar el fanatismo pero sin Iron Man, Thanos o las Gemas del Infinito como hilo conductor. A la película de Black Widow le correspondía iniciar este nuevo arco que debía hacerle el peso a la que se denominó «Infinity Saga», y WandaVision iba a ser recién la cuarta historia en esta temporada de MCU (luego de dos películas y una serie), pero de nuevo, los planes cambiaron.
Comienzo con esta introducción porque de alguna manera es parte desde donde llegamos al show protagonizado por Elizabeth Olsen y Paul Bettany. Para los fanáticos hardcore de Marvel (culpable), fue la primera dosis de una droga de la que se nos privó durante 2020; y para los seguidores más «relajados», fue el regreso de ese Universo que de seguro los dejó tan excitados como emocionados con el acto final de Endgame.
Sea como fuere, a la serie le tocó asumir un liderato tanto en lo comercial como lo narrativo. En lo primero por lo ya explicado, el debut de Marvel Studios en la pantalla chica y su regreso a la competencia del entretenimiento; en lo segundo, porque le tocaba demostrar qué se puede hacer en este Universo Marvel que entra a otra etapa, una donde debe proponer pero sin alejarse demasiado de lo conocido. Una prueba por donde se le mire.
Apenas comienza WandaVision notas que estás ante un programa diferente y extraño (por no decir raro), pero no por eso menos interesante. Los primeros dos episodios, ambientados como si fueran sitcoms de los 50, parecieran tratarse únicamente de cómo esta atípica pareja (una bruja y un robot) tratan de llevar una vida normal sin que su entorno descubra las características que los hacen extra-ordinarios. Sin embargo, rápidamente vemos diálogos y situaciones que dejan en evidencia el machismo de la época, generándose el primer acercamiento a la especialidad del programa: las ilusiones y las dudas. ¿Están criticando a la sociedad de la época? ¿Están simplemente reflejándola? ¿Están criticando a la sociedad actual, donde esas situaciones aún son recurrentes?
El inicio del programa es difícil, porque implica tener paciencia. Sí, se le pueden destacar cosas, como esta reflexión en torno al machismo, clasismo e importancia de mantener los estereotipos en una comunidad; pero para el fanático del maratoneo y los enfrentamientos, puede ser que los primeros dos capítulos no le atraigan mucho. Como leí por ahí, no generan mucho más que un «meeh». Por lo mismo creo que fueron los únicos que se lanzaron juntos, porque son los más alejados del panorama general y porque de esa manera hacían que lo más difícil pasara rápido.
A partir del tercer episodio las cosas se vuelven un poco más «normales», se nos confirma que la protagonista ha creado una ilusión de la que todos los residentes de Westview son parte contra su voluntad; y descubrimos que «WandaVision» es una comedia que la Bruja Escarlata proyecta hacia el exterior. En este momento, las ilusiones y las dudas con las que juega WandaVision vuelven a hacerse presente porque vemos cómo el personaje de Elizabeth Olsen deambula entre heroína y villana, se nos presenta el dolor por el que ha pasado y que la ha llevado a construir todo esto, pero al mismo tiempo, nos enteramos de que los residentes la sienten en sus cabezas como una opresora de la que no se pueden liberar.
En los cómics, la inestabilidad emocional de Scarlet Witch es algo a lo que se le saca mucho partido porque, argumentalmente, te permite pasear por los siempre interesantes límites éticos; y si bien en la serie no es lo más explotado, sí es aprovechado para generar el drama necesario para que la historia te mantenga expectante. Wanda trata de lidiar con el luto trayendo a la vida a Visión y creando a dos hijos que no son reales, mezcla emociones fuertes y las hace interdependientes de la forma más inestable posible, lo que -obviamente- genera tensión en estamentos gubernamentales que quieren detenerla a toda costa. Se encierra en un callejón de complicada salida.
Este auto encierro se desarrolla principalmente en el segundo tramo de la temporada, donde se nos da a entender que Wanda está al tanto de lo que ocurre pero al mismo tiempo ha olvidado cómo inició todo. Vuelven las ilusiones y la dudas, porque no sabemos si actúa por intención o negación. Cuando Vision la encara reacciona desentendiéndose de las acusaciones, evitando afrontar la ética de sus actos y haciendo como si lo que está a punto de explotar en su cara no estuviera ocurriendo. Es en este tramo que tenemos también la más grande de las ilusiones y dudas: Pietro Maximoff.
En términos simples: Quicksilver es un personaje que en los cómics es tanto miembro de los X-Men como de los Avengers, así que sus derechos cinematográficos pertenecían a la extinta Fox y a Disney, lo que permitió tener dos versiones en simultáneo (Evan Peters y Aaron Taylor-Johnson). Por esto, que el «Uncle Peter» que apareció en el programa tuviera el rostro y personalidad del que vimos en las películas de X-Men desató una tormenta de teorías y especulaciones. Para quien escribe, se trató del momento más climático del programa, porque podía sugerir que actores como Hugh Jackman, James McAvoy o Michael Fassbender repitieran sus roles mutantes en el MCU. Sin embargo, sólo terminó siendo un -exitoso- trolleo por parte de los creadores del show.

Es en este tramo también que el programa se pone más Marvel que nunca. Se nos muestra qué ocurrió poco después de los eventos de Endgame, hay referencias constantes a Age of Ultron e Infinity War, y descubrimos también cómo fue que Wanda inició este distorsionado camino. Vemos el origen de una nueva superheroína en Monica Rambeau, y se nos revela la mayor ilusión de todas: Maximoff no era la villana.
Con la transformación de la vecina Agnes en Ágatha la bruja, el tercer acto de la temporada se enriela hacia lo superheróico. Tenemos a una villana que debe ser derrotada por nuestra protagonista, la mitología de las brujas se hace presente como motivación principal y Wanda desata el mayor potencial que le habíamos visto hasta el momento. Descubrimos que hay un Vision de color blanco (el original pero sin los recuerdos) y se nos muestra el mejor traje que la Bruja ha tenido hasta el momento, con un diseño que es tan comiquero como realista.
El final de la temporada demuestra lo productivas que pueden ser estas series en Disney+. Como no había ocurrido en 4 películas donde había tenido participación, la mitología y personalidad de Wanda Maximoff es explotada y profundizada al máximo. Transforman su nombre de superheroína -Bruja Escarlata- en un mito, algo que no es aleatorio ni anecdótico. Pasó de ser una denominación omitida en las películas a una figura a temer y respetar. Se nos muestra hasta dónde llega su potencial, lo realmente peligroso de éste, y también por qué es una heroína. Le hace frente a su error, lo arregla a pesar del dolor que le significará, y asume que sumará más odio y temor a sus espaldas. En definitiva, le pone fin a la visión de Wanda.

Luego de ver los nueve episodios de WandaVision se puede hablar de un programa que es experimental por donde se le mire. Se trata de la primera aventura que héroes «titulares» del MCU tienen en la pantalla chica, y también de la exploración a nuevas posibilidades para contar historias con estos personajes.
El programa de Disney+ es una metareferencia andante. Un programa de televisión sobre un programa de televisión, creado por una superheroína que, a través de manipulación e ilusiones, busca lograr un cometido bastante simple: recuperar la felicidad. No sé si los que vimos el programa queríamos eso mismo, pero sí buscábamos reencontrarnos con ese amor, con ese vicio, con esa narrativa que nos llenaba de alegría pero que, de un momento a otro, se nos fue arrebatada por la naturaleza (dígase Thanos, dígase COVID).
Al igual que los residentes de Westview, vivimos ilusiones que no tenían sustento real (en ti pienso, «Pietro»), pero también pudimos reflexionar sobre los delgados límites que separan al dolor, el amor y la locura.