Revenge: el largo camino de la venganza

Puede que todos (o mucha gente) considere un bodrio la serie escrita / adaptada por Mike Kelley, que está inspirada en «El conde de Montecristo», aunque la crítica no la ha tratado tan mal. Está el prejuicio con Revenge, de que es la típica serie para mujeres, ultra cebolla y casi como un «soup», muy telenovelesca. Bueno, es un poco así, pero debo admitir que me atrapó en su primera temporada. Fue extraño ver a Emily VanKamp (que la habíamos visto en Everwood), en el personaje protagónico de Amanda Clarke quien regresa a los Hamptoms después de una vida difícil a causa de que culparan a su padre, David Clarke de un atentado terrorista y le dieran muerte a manos de una familia muy acomodada que moviendo dinero fue capaz de presentarlo como primer y único sospechoso. Sin embargo, ella se presenta como Emily Thorne para llevar a cabo la silenciosa pero masiva venganza que destruirá a quienes le quitaron a su amado padre, los Graysons. Sé que la trama suena ultra repetida, pero puede que la participación de Madeleine Stowe-a pesar del botox que dificulta dilucidar si está enojada o feliz-quien interpreta a Victoria Grayson, enaltece la serie. Quizás no tiene un gran elenco y la trama a ratos se vuelva tediosa (porque todos se relacionan con todos, hay gente del pasado muy remoto que vuelve al presente, secretos muy secretos que salen a la luz a medias, emboscadas pasadas, presentes y futuras entre todos los personajes y muchas otras cosas más), siempre saben mantener esa tensión y misterio. Si bien la primera temporada me absorbió hasta el capítulo 20 y luego tuvo un bajón, supo repuntar, situación que se repitió en la segunda y tercera temporada. Admito que no me pierdo ningún capítulo de Revenge, pero siendo honesta, tiene puntos muy muy muy altos y otros planos también, aunque, en justicia a la serie, debo decir que siempre quiero ver el siguiente capítulo para saber la verdad, para ver si Emily/Amanda es capaz de vengar realmente a su padre, ya que siempre tiene planes brillantes y se truncan, sin embargo, sabe salir del paso y maquinar una peor vendetta.

Puede que mucha gente llegara a Revenge por tener guiños (según la crítica) a Desperate Housewives, serie que fue toda una revelación en su primera temporada, por tener un elenco brillante (no olvidar: Teri Hatcher se rompió las costillas haciendo una escena de 3 segundos o menos donde se caía contra una mesa y no le importó estar vendada mucho tiempo ya que ganó un Golden Globe) y unos guiones agudísimos. Puede que solo tengan en común que son series para mujeres, interpretadas por mujeres con secretos ocultos y misterios que resolver.

Sabemos que Revenge no es una obra maestra en sí misma ni sus actores en cuestión, pero tiene ese ingrediente (que para mí es infalible) que divierte (o al menos a mí). Esa intriga de saber quién es el hijo del sobrino de la hermana del vecino del pueblo, de observar cómo Emily es capaz de sostener una mentira tanto tiempo, volcar gente a su favor y saber moverse en un entorno que le genera anticuerpos pero con la mejor sonrisa en su rostro. La tercera temporada fue un completo vuelco en la trama, ya que vimos muchos capítulos donde la hija de David Clarke prometía venganza y solamente se quedaba mirando el horizonte, sin embargo, en los últimos minutos del último capítulo transmitido, por más que pareciera un cierre a la serie (hubo muchos momentos/desenlaces muy finales), se viene toda una revolución con muertes, destrucción, amor, corazones rotos, mentiras y por sobretodo, la anhelada venganza. Y uso la palabra «anhelada» porque para alguien con un complejo de Electra (el femenino de Edipo) tan enorme como el de Amanda Clarke, vengar a su ser más amado de todo su universo en base a entrenamiento sicológico y físico, va a ser el momento más dulce. Puede que quizás nunca ocurra la vendetta y todo siga igual, lo que decepcionaría a muchas personas que han seguido la serie por años, pero podemos quedarnos con las miradas furtivas de odio disfrazadas de sonrisas en cada evento de socialité celebrando no sabemos qué cosa que Kelley escribió.