Probablemente, antes de ver el primer episodio de Westworld, varios tenían dudas sobre el desempeño de la serie. Después de todo, ¿Podría funcionar una mezcla tan poco probable como lo son el lejano oeste americano y la ciencia ficción propuesto por JJ Abrams, Jonathan Nolan y Lisa Joy en su reimaginación de una película, del mismo nombre, de 1973? Apenas comenzaron esos espectaculares créditos iniciales ya podíamos sentir más alivio. La apertura demuestra en sí mismo (con imagenes de la construcción de animales y seres humanos a través de enormes impresoras 3D) que abordarán los temas propuestos con la grandeza y la fuerza que el tema merece.
Porque el piloto de Westworld es grande en muchos niveles. Empezamos de inmediato en el tren que llega al parque del viejo oeste y se nos presenta a varios personajes que, como nosotros sospechamos, son una evolución de los animatronics de Walt Disney y aquí son llamados «anfitriones». Sirven para ofrecer a acomodados huéspedes variados tipo de placeres sin restricciones, incluido el placer sexual.
Así podemos descubrir quién es humano y que es «máquina», y gracias a esto podemos deducir varias cosas en sus primeros instantes, debido a las diversas narrativas experimentales que ocurren diariamente en el parque, algunos de estos «anfitriones» comienzan a velar por si mismos. Por cierto, es de destacar la sencillez con la que el guión se ocupa de la complejidad de su trama, nunca buscan explicar en exceso al espectador todo lo que está ocurriendo. El guión de Michael Crichton (autor de la película original en la que está basada la serie), Jonathan Nolan (Person of Interest) y Lisa Joy (Burn Notice) están lo suficientemente seguros para confiar en la inteligencia y el conocimiento de su público, revelando sólo lo que se necesita y cuando sea necesario.
Esto, en el mediano y largo plazo, hará cambiar todo lo que sabemos acerca de este universo, como una buena serie del género ciencia ficción debe hacerlo, como hemos visto en Lost, Battlestar Galactica, The X-Files o Fringe, por citar algunos ejemplos.
Técnicamente impecable, el drama también cuenta con una ciudad espectacular construida que es un hermoso tributo al género del western y un montón de efectos visuales que son impresionantes, especialmente para aquellos que emulan las versiones ya rezagadas de los androides «anfitriones» en la primera escena en la que el doctor Robert Ford (Anthony Hopkins) aparece en pantalla. Las escenas de acción son algunos de los aspectos más destacados del episodio y logran beneficiarse de las puestas en escena clásicas del Oeste.
En el centro de todo tenemos a la pareja conformada por Teddy y Dolores (James Marsden y Evan Rachel Wood, respectivamente), que a diario recrean un romance programado por ingenieros y escritores en este magnífico imperio de diversión. Cómo va a terminar su historia al final del día depende de la interacción de los clientes (o «huespedes») con ellos y con otros «anfitriones», ya que el parque está listo para, automáticamente. «adaptarse» a los deseos y actitudes de su pagantes. Haciendo que cada día sea único para sus protagonistas robots.
Esto lleva inevitablemente a enfocar los conflictos éticos, morales y existenciales, por supuesto, se esperan giros inesperados. Quién es el «malo» en Westworld podría ser potencialmente el mayor beneficiado del mundo real. Es esta dicotomía donde cada día transcurre «naturalmente» hasta que los matices implementados por una actualización de software permite el acceso de los androides a modernas memorias latentes y personajes que se veían inofensivos como Teddy, Dolores, el pistolero Hector Escaton (Rodrigo Santoro) o la bailarina Marve Millay (Thandie Newton), dejen de lado la secuencia de comandos programada y comiencen a «pensar» por sí mismos.
¿Acaso Westworld llevará su lucha entre los creadores y sus criaturas? las primeras preguntas que trae el interesante episodio piloto demuestran un potencial casi infinito de situaciones dramáticas que pueden ser narradas si cambiamos sólo una de las muchas variables que se presentan. Westworld es una de las producciones más ambiciosas de HBO, es el resultado de una esfuerzo creativo que, al mismo tiempo, perturba, excita e impresiona, como hemos visto (en menor escala) en la excelente Black Mirror.
Tendremos que ver de lo que es capaz Westworld. Si la serie sigue la premisa, la elegancia y las excelentes intenciones del primer episodio, entonces podemos estar presentes ante una de las mejores series del año… pero habrá que esperar.