[REVIEW] American Vandal, temporada 2: Un laberinto mucho más inteligente
Fue una de las mejores series de 2017, la primera temporada de American Vandal sorprende por su inventiva y el peso de la ironía en toda su concepción. La serie, no por casualidad, se aprovechó del éxito de Making a Murderer para jugar con el formato documental al mismo tiempo que hace un análisis de la convivencia entre adolescentes en el ambiente escolar, todo ello regado de chistes simples que conquista incluso a los más incrédulos.
La segunda temporada, con una historia totalmente independiente y nueva) utiliza lo que funcionó mejor en la primera pero da un paso más allá. Se trata de una producción más rebuscada; en la propia trama la justificación de que la serie habría sido adquirida por Netflix tras el éxito de la «primera investigación» da el margen para un mayor presupuesto, tomas aéreas y la reubicación de la forma. Y, por supuesto, rompe la cuarta pared de manera poco convencional.
En la segunda temporada, Peter (Tyler Alvarez) y Sam (Griffin Gluck) investigan un caso en un colegio particular católico: St. Bernardine. La trama con premisa escatológica es suficiente para causar un susto inicial, pero la temporada no es exactamente gráfica y se dedica más a las personas que al «crimen».
La investigación comienza cuando un «troll» que se autointitula como «Turd Burglar», coloca laxante dentro del contenedor de limonada del comedor del colegio, haciendo que todos los alumnos pasen problemas estomacales al mismo tiempo (obviamente no hay baño que lo soporte). Esta es sólo la primera de una serie de piezas que llevan a Peter y Sam al colegio con la pregunta: ¿Quién es el Turd Burglar?.
Con esta trama, la segunda temporada de American Vandal es más ambiciosa. Trae una variedad mayor de personajes investigados y ligados al centro de la historia, y justamente por eso la reflexión que trae acerca de la juventud es más profunda. Personajes cautivantes como Kevin McClain (Travis Tope), Chloe (Taylor Dearden), DeMarcus (Melvin Gregg) y Lou (DeRon Horton) ayudan a ejemplificar diferentes comportamientos y expectativas sobre qué es ser joven hoy.
Hay que considerar aquí que la nueva temporada no cuenta con el mismo factor sorpresa de la primera (cuando el público no sabía qué esperar de American Vandal, y fuimos acompañando una historia cada vez más inteligente a lo largo de los episodios). Por eso, se exige más de ella: que sea más divertida, más incisiva, más sorprendente. No siempre se alcanza, pero en sus intentos, la segunda temporada de American Vandal acaba llegando a lugares en los que la primera no llegó.
La fuerte presencia de las redes sociales (y sobre todo de Instagram) en todo el desarrollo del caso es una confrontación generacional que va más allá de lo que la temporada anterior había hecho. Con este punto específico del guión, la temporada consigue discutir sobre el bullying y el catfish sin sonar ingenua o intentar forzar un gran momento que no se justifique.
Por eso, es loable lo que American Vandal hace en la segunda temporada, pues muestra cómo las redes sociales pueden enajenar a los jóvenes y convertirse en nocivas o perjudiciales, pero lo hace sin poner a la persona en una posición de ingenuidad. Al final, todos estamos sujetos al archivo eterno que es la red mundial de computadoras, pero eso no significa que no sepan qué pueden ser problemáticas, sólo que es cada vez más difícil identificar de dónde vendrán eventuales problemas.
A pesar de tener una evidente pérdida en el aspecto humorístico, la segunda temporada de American Vandal continúa haciendo lo que la serie se propuso hacer desde el principio: provocar. La curiosidad de descubrir quién es el responsable de la intoxicación masiva sigue siendo el motor de la trama, pero la conclusión es mucho más que encontrar un culpable. Se trata de una mirada sensible a traumas adolescentes, que hace un trabajo inteligente al revertir las expectativas más de una vez en la recta final. Una historia que comenzó como una comedia de escatología trae una conclusión sorprendentemente sensible, que hace al espectador repensar tanto el lado del culpable como el de la víctima como raramente se ve en tramas adolescentes. ¿Quién lo diría?.
American Vandal está disponible en Netflix.