[OPINIÓN] Paternidad, sobrepoblación y desastres: los «otros» temas de los que nos advierte «Years and Years»

A mediados de 2019 llegó a Latinoamérica, de la mano de HBO, la última producción de la BBC en discutir sobre la sociedad y el futuro de nuestra especie y planeta. En este caso fue Years and Years, serie que narra la historia de la familia Lyons a lo largo de 15 años a partir del mismo 2019, y que nos propone, en los ojos de tres generaciones, una idea sobre qué dirección puede tomar nuestra civilización.

Desde su estreno se han publicado artículos, videos, ensayos y comentarios de todo tipo para discutir sobre los distintos temas que aborda la serie. Gran parte de ellos se refiere a la discusión sobre política, migración, homo y xenofobia en Europa, probablemente porque son los temas centrales en términos narrativos; sin embargo, a lo largo de las poco más de seis horas de metraje también se abordan otros temas, que si bien no son una constante en el programa, siguen siendo tan posibles como los principales. Por eso, hoy quiero hablarles de tres ideas que están ahí, levemente abordadas, pero son tan preocupantes como las otras.

A continuación, spoilers de Years and Years.

«Hijos en un mundo como este»

De dos maneras nos presentan a niños en la serie, por una parte están Bethany y Ruby, las hijas de Celeste y Stephen; y por otra  Lee y Lincoln, los hijos de Rosie. A excepción de la mayor de los primos, Bethany, la participación de los otros tres es más bien circunstancial, sirven para presentar situaciones y ejemplificar algunas ideas.

La pregunta más difícil la pone sobre la mesa Bethany, quien desde el primer capítulo es mostrada como una niña tímida, avergonzada, que le cuesta interactuar incluso con sus padres, mientras que se ve a Celeste y Stephen teniendo leves discusiones sobre los límites que deben demarcarle a su hija, saber cuándo es correcto decirle que no sin coartar su libertad. Este punto encuentra su mayor ápice cuando la ya adolescente le manifiesta a sus padres que es transhumana, ya que se siente limitada por la carne y moléculas que la restringen al mundo biológico y por lo que desea descargar su mente en «la nube» para ser simple e infinitamente información. El punto es interesante, no solo porque actualiza el choque generacional con respecto al cambio de sexo, sino también porque pone sobre la mesa las implicancias de la crianza en un mundo donde lo digital se abre paso.

Ser criada alrededor de pantallas e Internet hace que una persona como Bethany vea lo tecnológico y digital como una dimensión más de la experiencia humana, por lo que su interacción con ella no es considerándola como una herramienta que le es útil, sino como un contexto más en el que se puede desenvolver. Esto hace que solo tenga confianza en la base de datos digital (mediada por Signor) o que esconda tras un filtro 3D las desconfianzas propias de una adolescente, que en vez de lidiar con sus inseguridades en términos emocionales y físicos, utiliza las opciones que le otorga la tecnología para mejorar y proyectar una imagen ideal de sí misma.

En teoría no hay mucha diferencia con las generaciones anteriores, pero sí en el hecho que el transhumanismo, probablemente, sea el primer paso hacia la evolución de nuestra especie. El ejemplo más claro de esto se encuentra en el capítulo cinco, cuando Bethany se somete a una operación, auspiciada por el Estado, en la que su mente es conectada a las distintas redes, permitiéndole transformarse básicamente en un ordenador.

Pero con Lee por ejemplo, el hijo mayor de Rosie, ocurre diferente. En algún momento se le ve utilizando lentes de realidad virtual en un desayuno, que para su madre parece ser una práctica naturalizada (ya que lejos de llamarle la atención, lo molesta diciéndole «cabeza de metal»), y en ningún momento de los 15 años se le ve con reacciones o ideas como las de Bethany. Lo que recuerda algo bastante obvio, que son muchos los factores involucrados en la maduración de una persona, lo que funciona con uno no lo hará con otro.

El caso de Rosie con sus dos hijos, Lee y Lincoln, presenta otra arista de la paternidad. La relación de la menor de los Lyons con sus niños es mucho más abierta y relajada que la de Celeste y Stephen, se le ve comentándole a estos que saldrá con pretendientes y que incluso podría no llegar a dormir, lo que habla de una relación honesta y abierta entre las partes.

La demostración de esta libertad tiene en su mayor ejemplo a Lincoln, quien comienza a utilizar vestidos y cintas en el pelo luego de que su tía Edith le pidiera que se disfrace de mujer. Antes de llegar al final de la serie, vemos algunas conversaciones en torno a estos detalles relacionados con la vestimenta, pero las conclusiones son siempre que «se ve hermoso» y «no debería ser un problema en absoluto». A lo largo de la temporada no es tema, probablemente porque se trata de un personaje de escasa participación, por lo que solo se le presenta como un detalle característico en la identidad del menor del clan Lyons.

Ambos casos plantean sólo un par de los muchos aspectos con los que tendrá que lidiar la paternidad en las próximas décadas, unas donde los límites éticos e ideológicos son cada vez más difusos; y los cambios, mediados por la tecnología, son cada vez más rápidos, empujando a los padres a criar en un contexto que tal vez ni siquiera entiendan.

Sobrepoblación

Otro tema que pasa por debajo y del que vemos más que nada sus consecuencias es la sobrepoblación mundial. Nos encontramos ante un crecimiento exponencial de la especie humana que cada vez vive más, por lo que se debe compartir un mismo espacio, finito, con un número cada vez más alto de personas.

La primera vez que se aborda el tema es con la isla creada por los chinos, Hong Sha Dao. A pesar de que se especula con que ésta es utilizada como base militar y de experimentación nuclear, la explicación oficial de su creación está relacionada con la alta natalidad en la potencia asiática, quienes a pesar de las leyes de control de natalidad se vieron obligados a crear un nuevo espacio en el que tener a sus ciudadanos.

Una segunda instancia en la que se ve es el mundo del trabajo, aunque en este caso se da junto al factor tecnológico. En el segundo episodio vemos cómo Stephen y Celeste pierden gran parte de su dinero por la crisis bancaria, lo que obliga a ambos a buscar nuevos empleos que o distan de sus especialidades o son rápidamente amenazados por el avance tecnológico. En el caso de Stephen, se plantea que en algún minuto trabaja en al menos 6 cosas distintas al mismo tiempo, mientras el rol de contadora de Celeste se reemplaza por inteligencias artificiales. En este caso el factor más relevante es el tecnológico, porque implica reducción de opciones de trabajo, pero esta situación empeora con tener cada vez más personas que se disputan los mismos puestos, independiente de si se dedican a oficios o tienen títulos universitarios.

Un tercer caso es la «Ley de la pieza», en el que luego de atentados biológicos, la primer ministro Vivienne Rook obliga a todo aquel que tenga dos o más piezas libres en su casa a acoger a alguien que venga de un sector afectado por los ataques. Esto se suma a zonas de Europa donde se ha llegado a tener 80 días de lluvias, obligando a personas a moverse de sus hogares. De esta manera, tenemos a grandes cantidades de personas que deben ser reubicadas en alguna parte y con opciones cada vez más reducidas. No se especifica por qué no se crean campamentos o viviendas de emergencia, pero podemos asumir que el crecimiento poblacional y la construcción sin regulación han acaparado los terrenos vacíos.

Esto último se relaciona con la aparición de campos de concentración de los que descubrimos en los últimos dos capítulos, a los que se envían personas contagiadas tanto de radiación como de la «gripe del mono», además de los «desechables» (homosexuales, delincuentes). Es la misma Rook quien explica a un grupo de empresarios que la idea es que la vida se regule sola, haciendo que el contagio por hacinamiento mate a los más débiles y permita mantener los virus encerrados en lugares aislados de la sociedad. Como bien plantea la primer ministro, la gente no hablará de ello si resulta.

Corriendo hacia el próximo desastre

Probablemente, el mensaje más implícito en toda la serie es a la vez el más deprimente o alarmante (según cómo se le mire), y es que no importa qué tan terrible sea un evento inesperado, sea político, bélico, ciudadano, climático o biológico, siempre habrá un próximo que será igual o peor. Si se detienen a pensar la serie es básicamente eso, un avance de sucesos que viven los miembros de una familia oriunda de Manchester (al menos en los primeros cuatro capítulos). Lo dice Muriel cuando reflexiona en el aniversario del ataque contra Hong Sha Dao, «no seríamos los mismos, dijimos», lo dice Stephen cuando afirma a sus hermanos que «nacimos en una pausa de 30 años» refiriéndose a las crisis políticas y sociales producto de nuevos autoritarismos; y principalmente lo grita Edith en televisión, cuando es explícita al decir que la humanidad sigue actuando impulsivamente y sin hacerse responsable de las consecuencias.

La primera «gran catástrofe» que presenta la serie es el ataque nuclear de Estados Unidos a Hong Sha Dao, con una secuencia montada de manera que todos suframos la angustia de una inminente guerra y que parece afirmar que una Tercera Guerra Mundial es inevitable. Sin embargo, las aguas se calman y la vida sigue, las principales consecuencias se reflejan en lo económico y político, con decisiones que se alejan cada vez más del diálogo y se acercan a los extremismos políticos, sean de izquierda o derecha.

Un segundo caso se da en el resurgimiento de autoritarismos, con Putin y Xi Jinping asumiendo roles como presidentes vitalicios y empujando la expansión de un bloque comunista en la parte oriental del globo. En el otro extremo aparece Estados Unidos, con un Trump en segundo mandato y con sucesores que se inclinan cada vez más hacia la derecha política, mientras Europa enfrenta revueltas internas en distintos países. Ucrania bajo la influencia rusa, Hungría que se declara en bancarrota, Italia con la declaración de una Ley Marcial luego de que el gobierno renunciara, Grecia que sale de la Unión Europea y España con el surgimiento de movimientos de extrema izquierda que toman el poder. En este caso, el de la política, las tragedias se manifiestan en un diario vivir que es cada vez más complicado, restringido y coartado por los intereses de ideologías que ejercen el poder. El regreso del fascismo y comunismo con sus peores caras.

El tercer ejemplo no es uno concreto sino que una suma de elementos. A lo largo de la temporada se nos habla de extinciones de especies animales y alteración de entornos naturales. Muchos insectos son los primeros en desaparecer, los glaciares en los polos se han derretido y una activista como Edith es categórica al decir que ya no se puede hacer nada contra el cambio climático; los «30 años para hacer algo» ya pasaron, así que a la humanidad no le queda más que prepararse para un regreso a la vida rural y disfrutar el presente mientras dure. Esto se suma a pandemias como la ya nombrada «fiebre del mono», que llega a ser tragicómico considerando el contexto COVID 19 en el que nos encontramos.

Eventos de gran magnitud y desastres naturales han ocurrido siempre, el tema es que el modo de vida neoliberal e informático, donde se maximizan todos los aspectos de la vida y se aceleran los tiempos de las dinámicas sociales, hacen que los periodos entre estos eventos sean cada vez más cortos, llevando a un punto en que «el sistema» colapse y el globo llamado civilización se reviente.

Estas tres son solo algunas de las problemáticas que plantea Years and Years, un programa que toma como base una lectura particular de la sociedad para proyectarlas hacia el futuro. Lo atractivo -y preocupante- es su grado de verosimilitud, la capacidad de generar en tantos espectadores alrededor del mundo la sensación de que de ficción tiene poco y nada. En esta línea el discurso de Muriel en el último almuerzo es una cachetada de las fuertes, que nos increpa directamente como espectadores aludiendo a cosas que estamos viviendo actualmente, como gobernantes populistas o automatización del trabajo, y que nos plantea explícitamente la manera de manifestarnos contra ellos.

La serie puede ser pensada como un ejercicio interesante, un llamado de atención o una propuesta predictiva, eso dependerá de quien la mire; pero lo concreto es que presenta situaciones en las que nos podemos ver reflejados, lo que nos hacer tomar conocimiento de las implicancias de nuestro estilo de vida y los paradigmas sociales que dejamos que determinen nuestras dinámicas sociales. Ahora ¿qué hacemos a partir de esa información? esa ya es decisión de cada uno.

Years and Years está disponible en HBO GO y HBO On Demand.