[REVIEW] ‘Severance’ (Apple TV Plus): La rebelión laboral
Estamos tan emocionados como los niños que acaban de salir de la tienda de caramelos con un gran botín, después de ver el final de Severance, en Apple TV+. Un epílogo que cierra los hilos argumentales y las pistas dispersas a lo largo de los episodios anteriores, eleva el listón acelerando el ritmo de la historia y hace un guiño a la antigua serialidad, y que afortunadamente ya sabemos que no nos dejará sin respuestas, ya que la serie ha recibido una inyección de confianza por parte de la plataforma con la renovación para una segunda temporada. Sin embargo, te advertimos: puede haber spoilers en la reseña que vas a leer si aún no has visto el final.
El octavo episodio se había cerrado con Dylan (Zach Cherry) activando el «despertar excepcional» para las contrapartes externas de Mark (Adam Scott), Helly (Britt Lower) e Irving (John Turturro). El momento que llevábamos esperando casi desde el principio de la temporada, cuando nos presentaron a unos empleados de la misteriosa Industrias Lumon cuyo cerebro se había dividido entre su «yo» laboral y su «yo» personal, sin que uno tuviera los recuerdos del otro, desdoblándose así en dos personas; casi una contrapartida, los Outsiders y los Insiders. Después de varias vicisitudes, aquí están los protagonistas recordando por fin, y qué poderoso es el recuerdo cuando es importante que los personajes sepan lo que los espectadores ya saben en parte, y en parte descubrirán junto a ellos, saltando en el sofá. Es como abrir la caja de Pandora y tener que afrontar las consecuencias porque nada puede ser como antes. Mark, en una secuencia de revelaciones perfectamente concebida, descubre que su esposa Gemma (Dichen Lachman) está viva y trabaja misteriosamente en la empresa. Ese «¡Ella está viva!» gritado y casi atragantado antes de volver a perder la memoria nos ha recordado al «No es el barco de Penny» de Charlie en el final de la tercera temporada de Lost, y aún más a la pareja Desmond-Penny. Es a Lost a quien esta serie -y este final en particular- parece hacerle un guiño y parece deberle mucho, a una oficina que es como una isla, donde hay quienes quieren irse y quienes quieren quedarse y respetar las reglas. La ciencia (los computadores) y la fe (el «culto» a Kier, que al parecer fundó la empresa, los valores de Eagan y su modus operandi).
Un final que, en la mejor tradición de la televisión generalista -a la que Apple Tv+ ha recurrido en gran medida en el pasado-, desgrana un montón de revelaciones, abriendo nuevas puertas y dejando otras tantas abiertas. Como la verdadera identidad de Helly, en realidad la hija del presidente de la empresa, Eagan. Ella misma, en una especie de Undercover Boss, quiso ponerse en la piel de una empleada para demostrar al mundo que era una práctica que podía reportar beneficios; sólo para acabar exactamente en el punto de vista contrario y querer destruirla desde dentro hasta la última pieza. Al igual que la señora Selvig (una Patricia Arquette muy mala que no puede aceptar que aquello a lo que ha dedicado toda su vida se esté desmoronando) en realidad la señora Cobel: de nuevo dos contrapartes y conscientes. El momento en que un desprevenido Mark la llama por el apellido equivocado desencadena una mecha de emoción y terror en el espectador, que obviamente está deseando que se revele la verdad y rezando para que no se frustre para siempre. Revelación de las verdades de los personajes: Irving descubre que sigue pintando una habitación que técnicamente no debería conocer, que es en la que vimos a Gemma entrando en el ascensor. La relación entre los espectadores y los personajes se hace aún más estrecha en esta serie y en este epílogo, como en las mejores lecciones de Hitchcock, aumentando la tensión narrativa a medida que los personajes descubren algo sobre sí mismos o sobre Lumon.
El final de Severance nos regaló no sólo grandes interpretaciones actorales -la perplejidad y la emoción de John Turturro, la cara de póquer que consigue poner Britt Lower casi de inmediato, para luego comprender pieza por pieza su verdadera identidad y lo que tendrá que decir durante el discurso con los accionistas- sino también un excelente apartado técnico. No sólo por los decorados, que por fin respiran y se vuelven menos claustrofóbicos, así como por la fotografía, sino también por la dirección de Ben Stiller, casi siempre en modo subjetivo para representar a los protagonistas como androides recién despertados, sin recuerdos y que necesitan acostumbrarse al mundo exterior. Es un poco lo que sentimos cuando volvimos a salir al «final» de la pandemia, una sensación de desorientación mezclada con emoción. Quién sabe hasta qué punto esta serie habla conscientemente de la actualidad, de nuestra sociedad que vive del hogar y del trabajo, dos realidades e identidades que no siempre son capaces de equilibrarse y separarse y que son la causa de fracturas y peleas en las familias y en las relaciones amorosas.
Si la idea básica de la historia ya es interesante, Severance sabe convencer incluso más allá con una narración inteligente, un buen reparto y una bella estética. Dan Erickson ha creado un guión fantástico, que ha sido magníficamente realizado por el coproductor y director Ben Stiller. Hay deducciones muy mínimas que anulan una calificación perfecta de cinco coronas, pero me sorprendería que a lo largo de este año apareciera otra producción de series que pudiera disputarle a Severance.
¿Dónde ver Severance?
La serie está disponible en Apple TV Plus.