Todos lo veían: «NARCOS»

Desde hace algunos años ya, Pablo Escobar se convirtió en una figura bastante interesante para quienes gustan de contar historias. Todo comenzó en 2009 con el estreno de Escobar, el Patrón del Mal; serie que rápidamente se expandió al mundo y que a Chile debe haber llegado por el ya lejano 2011 o 2012. De ahí el fenómeno explotó totalmente: documentales, parodias, chistes, incesantes viajes periodísticos y biográficos mostraban la vida de quien se transformó en centro de debates que rozaban lo sociológico.

Con estos antecedentes, y comenzando a consolidarse en la producción de series originales, Netflix apostó por la historia de uno de los narcotraficantes más importantes del último tiempo y, en 2015, lanzó la primera temporada de NARCOS. Y la tarea no era fácil, El Patrón del Mal marcó tendencia mundial y parecía haber tomado lo más interesante de la vida de Escobar para transformarla en un relato tremendamente atractivo; lo dice alguien que ni la vio y aún así supo del éxito que cosechó.

A un año de su estreno vi la primera temporada de NARCOS, así que si tú aún no la ves, te invito a leer lo que tengo para decirte. Por si te motivas a verla o, por último, logras entender porqué se transformó en el gran fenómeno que es hoy en día.

Una superproducción

El primer capítulo de Narcos lo vi el año pasado, algunos meses después de su estreno en Netflix, y desde aquel momento me llamó la atención la tremenda producción que pasaba frente a mis ojos. Casi doce meses después, y ahora decidido en ver la temporada completa, lo vi nuevamente, y la experiencia fue la misma.

Con casi 60 minutos de duración, siempre he dicho que aquel primer capítulo podría ser fácilmente una película de corta duración o un corto de larga duración. El primer episodio (y la temporada en general) está narrada desde la perspectiva de un policía estadounidense encargado de dar caza al narcotráfico. Por esta razón, se nos presenta a la figura de Escobar desde lo que le rodea, lo que provocó y las repercusiones que causó tanto en Colombia como Estados Unidos. Por ésto sería fácil calificar ese primer episodio como una biopic. Además, para los chilenos tiene el agregado que Luis Gnecco aparece haciendo una gran performance, justificando, en cada minuto que tiene en pantalla, porqué se ha transformado en uno de los actores nacionales más rentables del último tiempo.

Lo que les digo se mantiene a lo largo de los 13 episodios de la temporada. La fotografía es genial, simplemente genial. Muchos paisajes grandes, con mucho color y detalle que te insertan totalmente en la Colombia de la época. Desde lo rural a lo urbano. Desde Miami hasta la selva Latinoamericana. Lujosas mansiones y verdes prados son constantes de la serie, lo que, si no te gusta la historia, al menos te garantizará una gratísima experiencia visual.

Una serie internacional

Una de las principales críticas que se le suele hacer a la serie, y de hecho es la que más naturalmente surge, es que el actor que da vida a Pablo Escobar no es colombiano. Se trata de Walter Moura, actor que contrario a lo que muchos creen no es estadounidense, sino que brasileño; lo que se nota en el acento que tiene al comunicarse en español. A él se le suman actores de gran renombre, como Pedro Pascal, quien se hiciera mundialmente conocido por su tremenda participación en Game of Thrones. Sin embargo, a pesar de que el acento de Escobar pueda parecer el aspecto más deficiente, también es uno de los que demuestra la internacionalidad de la producción de Netflix.

Sin embargo, lo internacional se da también en las locaciones. Como les decía al principio, la ficción nos cuenta la historia desde la perspectiva de un policía estadounidense, por lo que vemos mucho viaje desde el País del Norte hasta Latinoamérica. El cambio inglés-español/español-inglés es constante, y los subtítulos en nuestra lengua están siempre presentes, destacando y siendo motivo de broma en Redes Sociales por la exactitud que tiene al querer aclararnos cada detalle de lo que se escucha durante el capítulo.

Puede ser raro, incluso poco certero, pero estos dos aspectos que les comento me hacen sentirla como una serie que va más allá de lo local. Que la historia se cuente desde afuera (porque Netflix no es colombiano) hace que se vea con un nivel muy distinto. No quiero decir que es superior por ser extranjero, pero de que hay una gran inversión, la hay.

Pablo

Como les comentaba al principio, me parece que uno de los principales desafíos que tenía NARCOS era desmarcarse lo más posible de Escobar, El Patrón del Mal, y si bien no he visto la producción colombiana como para saber concretamente si fue así, me parece que el hecho de que la serie de Netflix tenga nombre propio significa que ha hecho las cosas bien.

Creo que la principal diferencia las establece en la forma en que cuenta la historia, lo que se refleja en los dos puntos presentados antes. Sin embargo, la historia concreta sigue tomando la fórmula del éxito: la sorprendente historia de Pablo Escobar. Un hombre inteligente y con un egocéntrico sentido de la fidelidad y el honor.

La serie nos muestra al narcotraficante mayormente en la intimidad, por lo que se le llama muchas veces Pablo y no tantas Patrón. Lo vemos comenzar, ascender, caerse, cumplir sus aspiraciones personales y cometer errores propios de alguien que está en la cima y desea los privilegios que eso significa.

Extrañamente, a pesar de que es el centro de la historia no me atrevería a llamarlo el protagonista; lo que nos hace tener la sensación de que somos invitados en su vida y no testigos omnipresentes. El relato lo lleva el Agente Murphy, quien desde Estados Unidos se inserta en una Colombia sucumbida ante una guerra civil liderada por narcotraficantes y autoridades.

Así que ya sabes, si aún no ves NARCOS date el tiempo y descubre por qué se ha convertido en todo un fenómeno. La ficción toma lo mejor del género policial y aprovecha al máximo la siempre interesante figura de Pablo Escobar. Esto, acompañado de una magnífica fotografía y una banda sonora que busca hacer el contexto lo más local posible, hacen de la producción de Netflix un producto de altísima calidad. Los trece capítulos hacen que todo sea muy preciso y aún así muy, muy grande.

Y si los presentados no son argumentos suficientes, el que hace unos meses se haya estrenado la segunda temporada y la tercera esté en producción debieran serlo.