Netflix ofrece casi a final de año un original regalo de Navidad a sus suscriptores: Bandersnatch, un episodio especial de la serie Black Mirror pensado como un clásico libro en donde uno elige la continuación de la trama. Regularmente a lo largo de la historia, se invita a los espectadores a elegir entre dos opciones, decidiendo así sobre su evolución.
¿Una simple elección? No exactamente, ya que toda la trama está construida alrededor de este concepto. También está lleno de referencias literarias, en particular a Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, y Ubik, de Philip K. Dick, y videojuegos (el principio se menciona Dragon’s Lair, un juego de lanzado en 1983 y conocido por su dificultad y que también aparece en otra serie de Netflix: Stranger Things). También hace un bonito guiño a episodios pasados de la serie, mencionando rápidamente a Metalhead, otro episodio dirigido por David Slade, o a San Junipero, una de las ficciones favoritas de los fans de Black Mirror. Sobre todo, ofrece una interesante lectura «meta» a lo largo de la trama, que muestra que los creadores de la serie reflexionaron sobre el tema antes de embarcarse en este episodio especial.
La historia tiene lugar en la década de 1980 y sigue a Stefan (Fionn Whitehead), un joven desarrollador de videojuegos y ávido lector de una novela llamada Bandersnatch. Escrito por un novelista que supo imaginar un rico universo de múltiples opciones, pero que, obsesionado con su creación, terminó volviéndose loco. Al ser abordado por una empresa que le ofrece la oportunidad de completar con éxito su proyecto de adaptar este libro en un videojuego, Stefan se encuentra frente a un hombre apasionado por las realidades paralelas, Colin (Will Poulter), lo que le lleva a preguntarse: ¿Es realmente el único responsable de sus decisiones?

Stephan lleva su idea a Tuckersoft, empresa de videojuegos
Aquí es donde el concepto realmente toma forma. Si al principio del episodio, los espectadores tienen que hacer poco a poco pequeñas elecciones (una pieza musical, una marca de cereales, etc), éstas empiezan a tener graves consecuencias -que justifican la restricción de visualización para menores de 16 años- e incluso llevan a su héroe a rebelarse, como si supiera que está siendo conducido por un tercero.
Esta maligna habilidad todopoderosa coloca entonces al espectador/jugador en una posición de control y duda, lo que le lleva a cuestionar la pertinencia, y especialmente la moralidad, de sus decisiones. Esto es aún más sorprendente cuando descubres Bandersnatch con varias personas: es difícil ponerse de acuerdo sobre el resultado de ciertas escenas clave de la trama, y eso es lo que hace que este concepto sea tan interesante, ya utilizado por Netflix en series de animación para niños (especialmente El gato con botas), pero nunca tan bien utilizado aquí. Algo a destacar es como Netflix logró que las distintas elecciones no cortaran la historia que estamos viendo. Tenemos 10 segundos para elegir entre una opción u otra sin dejar de lado la acción que está ocurriendo en pantalla o un corte que interrumpa la experiencia de la historia. Así que, todo lo que pase depende de ti… o casi.
Con Bandersnatch creemos tener el control de toda la situación, pero no. El creador de la serie nos lleva hábilmente por una seguidilla de pistas hasta llegar a un punto definido. Podrá ser definida como una «película interactiva», pero todo está fríamente calculado.
¿Veremos más producciones con esta modalidad? No lo sabemos, lo que si nos queda claro es que este es otra innovación de la reproducción por streaming que golpea duro a la televisión tradicional, y lo hace nada menos que con un producto basado en el horror de la tecnología como Black Mirror. Calza como anillo al dedo.
Black Mirror: Bandersnatch está disponible en Netflix.
https://www.youtube.com/watch?v=agwwYolqZPw