Si algo hemos entendido de las producciones de Shondaland para Netflix -es decir, las nacidas de la asociación entre la productora de Shonda Rhimes y el gigante del streaming- es que son capaces de crear adicción y captar la atención de la audiencia. Así fue para Bridgerton -de la que pronto llegará una segunda temporada- y así será, estamos seguros, para la recién nacida disponible en la plataforma.
Digamos adiós a la Inglaterra de la época de la Regencia, a los cotilleos y a los encuentros picantes por una historia real -o, al menos, como se dice al principio de cada episodio: «Esta historia es completamente real, excepto las partes que son absolutamente inventadas«- que involucra a la alta sociedad neoyorquina. Una élite que parece inalcanzable para los simples mortales, pero que desde 2013 hasta 2017 fue puesta a parir por una jovencísima estafadora, capaz de hacerse pasar por una joven heredera alemana y alcanzar un estilo de vida millonario (con dinero ajeno) simplemente fingiendo ser alguien que nunca fue.
Así es Inventing Anna, esta serie es un convincente relato de los hechos de Anna Delvey, la heredera ficticia: una historia que la condena por los crímenes que cometió, sí, mostrándola en algunos momentos como un personaje totalmente despreciable, pero que también es capaz de presentar su historia bajo una luz mucho más compasiva, exponiendo la nefandad de un mundo de tiburones capaces de pensar sólo en sus propios intereses y ganancias.
La historia de Anna Delvey (Julia Garner), cuyo verdadero nombre es en realidad Sorokin, comienza cuando una periodista emprendedora, Vivian (Anna Chlumsky), descubre la historia y decide investigarla. Anna está en la cárcel a la espera de juicio, refutando a gritos la ignominiosa acusación de que es una estafadora: ¿cómo es posible que esta joven -tan aparentemente inocente y fuera de lugar entre las demás reclusas- sea realmente culpable de lo que se le acusa? La primera impresión de Vivian es que debe haber algún tipo de error, y es con el objetivo de ayudarla -además de contar una historia que atraiga la atención de sus lectores, por supuesto- que comienza a entrevistar a amigos y conocidos de la joven socialité caída en desgracia.
Inventando a Anna, aunque presenta a Anna Delvey como un fraude, siempre procede al borde de la ambigüedad, catalizando así la atención del espectador que se hace mil preguntas sobre lo que realmente sucedió. La excelente gestión del desarrollo narrativo y la elección de proceder en dos planos temporales diferentes consiguen mantener la implicación emocional del espectador, que se enfrenta a una auténtica historia de detectives que resolver.
Los actores principales, además, están perfectos en sus papeles, en particular las dos protagonistas Anna Chlumsky y Julia Garner, ya vistas en Ozark. Esta última, en particular, con su actuación (que además se basó en su encuentro con la verdadera Anna en la cárcel) le da una credibilidad extra al conjunto. De hecho, es capaz de hacer que su personaje sea carismático y extremadamente polifacético, aunque siempre se le vea desde fuera, a través de los ojos de conocidos y amigos. De hecho, la narración se inicia con los relatos de quienes la conocieron, que dan a Vivian su versión de los hechos y contribuyen a resaltar diferentes «Anna», siempre filtrados, pues, por su necesidad de aparecer de una determinada manera en su propio relato. ¿Quién querría hacerse pasar por alguien fácilmente manipulable y estafable, sobre todo en un mundo donde el prestigio y la reputación cuentan más que el propio dinero?
Inventing Anna es capaz de atrapar y enganchar al espectador, en particular gracias a la elección de desarrollarse en dos marcos temporales diferentes y resultando para el espectador un verdadero misterio a resolver. Las dos protagonistas, Julia Garner y Anna Chlumsky, están excelentes en su papel.
¿Dónde ver Inventing Anna?
La miniserie está disponible en Netflix.
